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Cien líneas

Salvajismo

Una cabeza cortada y colgada es síntoma y señal de mafia. Acaba de aparecer en Salas: de lobo. La amenaza no es para los canis lupus de la comarca, sino para las autoridades de Medio Rural. No quiero ser alarmista pero la consejera del gremio, María Jesús Álvarez, debería tener una protección especial al menos durante una temporada. El tipo/a que, solo o en grupo, es capaz de coger a un lobo, cortarle la cabeza y mostrarla colgada de una señal de tráfico es muy posible que cometa otras barbaridades. No pienso hacer una lista de lo probable porque me repugna y porque, además, no es necesario, a cualquiera se le ocurren en un instante mil horrores.

Los perjudicados, o que al menos así se consideran, por las actividades de los lobos han dicho que esos mamíferos no matan reses para comer sino por placer. Me parece que es una frase terrible y muy significativa porque sólo los psicópatas hacen esas cosas. No sé cómo es la psicología lobuna pero es fácil entender que en la economía de la naturaleza, tan extremadamente rigurosa, nadie mata por gusto. Quizás algunos ejemplares estén sencillamente locos -de alguna manera hay que decirlo-, pero ésa no es la cuestión.

En Asturias y en toda Europa, por no decir el mundo avanzado, el campo se está despoblando. O, mejor dicho, se está terminando de despoblar. El proceso tiene ya un siglo. En España fue masivo en la larga posguerra. Ahora se acerca al absoluto en algunos territorios.

Y los animales recuperan ese espacio de nadie. Hay que controlarlos, claro, pero no con acciones brutales y desalmadas.

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