El primer lunes de la nueva campaña electoral va ser uno de esos días que hacen felices a los analistas de las audiencias televisivas. En cuestión de horas las cadenas españolas van a ofrecer dos espectáculos con gran arraigo en el país: un partido de la selección de España, que debuta en la Eurocopa de Francia, y el único debate televisivo entre los cuatro cabezas de las principales listas electorales.
El fútbol se ofrece en hora menos agraciada, las tres de la tarde, que el debate al que se han apuntado todas las cadenas, al revés que el partido propiedad de solo una, la que ha pagado la millonada exigida por la Federación europea.
La clave de los análisis, sin embargo, va a estar en el encuentro de Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera. Los analistas habrán de sumar las audiencias de cada canal para llegar al total que les desvelará el grado de interés que la nueva campaña y sus protagonistas han levantado entre los ciudadanos.
Quizá los datos de la audiencia, de las audiencias, revelen que en contra de lo tantas veces afirmado la campaña electoral siga interesando, aunque sólo sea a ese tercio de los votantes que asegura que no ha decidido aún su voto. Los candidatos que han descubierto que la pelea política se ha pasado a los platós de televisión y ha abandonado pabellones deportivos y plazas seguro que van a llevar ventaja en el encuentro de la noche, una especie de CIS televisivo del que tantas conclusiones se van a sacar. Empezando, claro, por el número de telespectadores indecisos.
