Puede que Pablo Iglesias sea ateo por la gracia de Dios. O puede que Dios escriba recto, como dicen, con renglones torcidos. El caso es que la divinidad se coló en el reciente debate televisivo de candidatos, por la boca del líder de Podemos: "Si seguimos otros cuatro años más con este Gobierno, Dios no lo quiera...", dijo Iglesias cuando atizaba a un Rajoy instalado en el limbo económico. Hace meses, en el Círculo de Economía, el podemista escurrió la pregunta de si creía en Dios con una suerte de elipsis: "Si Dios es lo que dice su representante en la Tierra, el Papa Francisco, creo bastante en lo que dice". Luego parece haber, santas albricias, un poso de fe en el divino Iglesias, que también aspira, como apostilló en el último congreso de su partido, "a tomar el cielo por asalto". No le tengan miedo por tanto, católicos practicantes, a este socialdemócrata que reniega de marxista. Que reniega de Karl, que no de Groucho: que hoy vende unos principios, y mañana otros.
