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Eduardo Lagar

Twitter, hacia la banalización del debate político

El camuflaje estadístico es una práctica habitual entre las empresas para vender sus productos. A todas horas nos echan encima estudios con careta científica, aparentemente incontestables, del tipo: el 100 por ciento de los españoles mayores de 124 años ya no usa zapatillas de abuelo, proclama una empresa de venta de calzado juvenil para jubilados. Eso sí, han hecho una encuesta entre 500 individuos que pasaron a mejor vida.

Uno de esos estudios vestidos con bata blanca acaba de lanzarlo Twitter. La red social asegura a partir de un análisis propio sobre 1.000 entrevistas que "los votantes españoles consideran que Twitter es la mayor plataforma de influencia política". Luego, en la letra pequeña, ya matiza que lo que esos mil han dicho es que se trata de "una plataforma muy relevante", que no es lo mismo. Además, entre las conclusiones figura que "8 de cada 10 electores destaca el valor de Twitter como plataforma que genera debate político y favorece la participación ciudadana". Lo que es tanto como decir que 8 cada 10 encuestados han descubierto que en Twitter la gente escribe sobre lo que piensa y se contestan entre ellos. Me interesaría mucho saber qué opinaron los otros dos de la cuenta. ¿Qué pensarán que se hace en la red social del pajarito?

Pero no nos pongamos tiquismiquis. Entre esa niebla publicitaria hay algunos datos interesantes, si es que realmente tuvieran sustento científico. "¿Qué esperan los ciudadanos de los políticos en Twitter?", se preguntan. Respuesta: "En general desearían leer publicaciones más informales y personales por parte de los políticos (un 79%), y querrían pruebas de que son los políticos quienes gestionan sus cuentas de forma personal (un 86%)". Es decir, lo que verdaderamente revela el estudio es: primero, que muy pocos se creen que detrás de @marianorajoy esté el mismísimo Mariano Rajoy. ¿Se lo imaginan?: "¿Soraya, dónde decías que se ponía ese signo, la almohadilla?". Y segunda conclusión: lo que los votantes quieren para elevar el nivel del debate político, en una red de hondo discurso acotado a 140 caracteres, es que sus políticos se hagan uno de esos selfies frente al espejo del baño. Si enseñan abdominales o algo de vello púbico, mejor. Ya ni siquiera se demanda propaganda a la antigua usanza.

A medida que se avanza en el estudio de Twitter, el escalofrío se multiplica. El 76% de los encuestados aseguró que para ellos era muy importante la interacción con los candidatos y que "valorarían que utilizaran formatos innovadores, como imágenes, vídeos o emojis". Un porcentaje similar consideró que entre lo bueno de esta red es el "toque de humor" que da a la actualidad política. En resumen: que nos gustaría mucho que los candidatos nos contasen chistes, colgasen algún GIF cayéndose o nos mandasen unas caritas con besitos de corazón. Bien. Podemos trasladar la democracia a Twitter, que es lo más participativo y transversal, pero luego no se quejen si acabamos en el planeta de los simios.

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