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Alberto Menéndez

Rivera y Rajoy

PP y Ciudadanos pugnan, en parte, por el mismo espacio político, pero a la vez son conscientes de que tras las elecciones del día 26 se van a necesitar mutuamente para intentar sacar adelante una alternativa de gobierno si es que tienen los votos necesarios o, si no es así, si al menos cuentan con la aquiescencia del PSOE. Por eso extraña la postura adoptada por Albert Rivera con respecto al liderazgo de Mariano Rajoy, su negativa a dejarlo gobernar.

Ya en el debate televisivo entre los cuatros candidatos a la Presidencia del Gobierno sorprendió la belicosidad del líder de Ciudadanos con el actual jefe del Ejecutivo de España en funciones. Pero en las últimas horas esta campaña del partido naranja contra Rajoy ha ido en aumento. Algo que ha sorprendido incluso a miembros de la cúpula dirigente de su organización. Así por ejemplo, el número uno de la candidatura de Ciudadanos por Asturias, Ignacio Prendes, se mostró muy molesto en el debate de los cabezas de cartel de la región celebrado en LA NUEVA ESPAÑA cuando la popular Susana López Ares acusó a su partido de intentar inmiscuirse en los asuntos internos del PP al cuestionar el liderazgo de Rajoy y dejar entrever que su organización debería ir buscándole una alternativa para negociar tras el 26-J. Prendes negó rotundamente estos planteamientos de López Ares y vino a decir, más o menos, que todo era una invención de los populares.

El tiempo -no mucho, por cierto- ha venido a dar la razón a la número uno del PP por Asturias. Albert Rivera -que es lo mismo que decir Ciudadanos- hace ya tiempo que tiene enfilado a Mariano Rajoy. Lo que ha hecho en los últimos días es poner presión interna al PP, ya que sabe que respecto al futuro del político gallego no hay unanimidad, ni mucho menos, en su propio partido. Como también sabe que con Rajoy en primera línea la posible gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos es imposible. Ya sin él iba a ser muy problemática y, probablemente, provocaría un cisma en el Partido Socialista, como para pensar que los socialistas ni tan siquiera se abstendrían para facilitar un Ejecutivo presidido de nuevo por Rajoy. O, incluso, por alguien de la máxima confianza del actual líder de los populares.

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