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Nueces de California | Profesor de Matemática Aplicada | de la Universidad de Oviedo

La gueule de bois

¿Para qué diantres sirve un funcionario? Esta pregunta admite una infinidad de respuestas, dependiendo de quién responda. Si responde un "gominas" que lleva a sus hijos a la escuela privada de pago, a su familia a la sanidad privada de pago, y que protege su casa con 25 alarmas, quizá diga que los funcionarios no sirven para nada, sólo para importunarle y fijarle reglas que bajo una mentalidad feudo-neoliberal no son aceptadas. Porque hay personas que se creen el rey del mambo y serían felices si volviésemos a una sociedad feudal con derecho de pernada, en la que los esclavos trabajasen por un mendrugo de pan. Les recomiendo "Los pilares de la Tierra", de Ken Follet, una pieza maestra sobre la relación entre poder y religión. Ésta es una primera visión, bastante penosa por cierto. La contraria proviene de los partidos dichos de izquierdas, que todavía no se han enterado de las atrocidades cometidas tras el telón de acero en los años de la Guerra Fría, bajo la justificación del bien común. Bien es verdad que en aquella época la realidad estaba tan polarizada que a cualquiera que desease luchar contra el fascismo sólo le quedaba afiliarse al PC. Según esta filosofía precámbrica de la vida, todo debería ser un gran "koljose" público en el que los grados de libertad del ciudadano se reducen al ínfimo, porque lo importante no es la persona, sino el conjunto, y el fin justifica los medios. Me acuerdo cuando vivía en Francia y cada año íbamos a la Fête de l'Humanité para ver a Manu Chao. Era un espectáculo oír a Georges Marchais, cómo gesticulaba y arengaba a las masas, casi sacando espuma por la boca. No obstante, cuentan los historiadores que Marchais no formó parte de la resistencia, y que estuvo incluso varios años trabajando para los alemanes como mecánico fabricando aviones Messerschmitt, primero en Issy les Moulineaux, y posteriormente en Ausburgo. Esta actitud no resistente en sus tiempos jóvenes fue la que hizo que más tarde fuese un político sumiso a las órdenes del PC soviético. Mitterand tampoco sale muy bien parado en su relación con el Gobierno de Vichy como colaboracionista, con la extrema derecha cuando era mucho más joven, y como artífice de la irrupción del Frente Nacional cuando ya era presidente de la República Francesa. Una personalidad nada clara ni sencilla. Decía Fabius de Mitterand, quizá queriendo exculparse del gran escándalo de las transfusiones de sangre contaminada, que cuando se juzga a un hombre hay que hacerlo sobre el conjunto de su vida. Idénticas cuestiones podrían ser analizadas en diferentes líderes históricos en nuestro país. Da la impresión de que muchos de ellos fueron víctimas de la historia, y que algunos han tenido una relación patológica con el poder. ¿Por qué siempre tenemos que estar dirigidos por psicópatas?

Volvamos a la actualidad. Pues bien, tanto el modelo corcovado como el modelo tavárishch son muy comunes en nuestro país. La semana pasada, durante el primer debate tras las primeras fallidas elecciones, me llamó la atención cómo Rajoy llamaba a Rivera inquisidor, porque éste le había acusado de estar involucrado en las diferentes tramas de corrupción que afectan al Partido Popular a lo largo de la geografía patria y que han afectado a diferentes miembros del Gobierno. Aluciné cuando vi que Rajoy, después de un gran silencio, un balbuceo, y un temblar de ambos párpados, medio noqueado, cómo respondía. Es como si estuviese defendiéndose delante de Torquemada diciendo que son otros los judíos, no él, admitiendo implícitamente la corrupción y el putiferio que afecta a caciques de su partido. Es imposible defender lo indefendible. Yo nunca pensé que la derecha podría caer tan bajo. Si Fraga levantase la cabeza, creo que la agacharía de vergüenza. Y créanme, yo no tengo nada en contra de las personas conservadoras, salvo cuando lo que se quiere conservar es la miseria y la mediocridad. Este modelo que yo llamo Corcovado lo extraigo de Brasil cuando tuve la ocasión de visitar Río hace ya unos cuantos años. Debajo del Corcovado estaba el barrio de los ricos, con una entrada y una salida, vigiladas, y justo en frente se apilaban las favelas que engullían la montaña. Obviamente nadie quiere este modelo para España, como tampoco el de las repúblicas bananeras bolivarianas. Nadie quiere un país de señoritos pijos, donde la clase media no exista, y se pasa sin solución de continuidad a una clase popular inculta y deprimida, una sociedad de "chonis", de hijos de la ira, y primos de Pascual Duarte.

Enfrente están los partidos de izquierda, que defienden el café para todos, independientemente del mérito o del esfuerzo. Pero esto no funciona, y al final todo se queda en un puro anuncio publicitario, porque si no se genera riqueza, uno termina repartiendo la miseria. Es decir, dichas promesas son puro populismo. Cuando oí a Pablo decir a Pedro en voz bajita con voz de Smigel, "Pedro, te equivocas, yo no soy el enemigo", comprendí que este fenómeno viene de la más mediocre y aburrida tradición de política universitaria, que consiste en hacer grupitos de poder para repartirse la pelotita. Sí, señores, así es la política universitaria. Un candidato a rector para que pueda ganar las elecciones tiene que repartir cargos entre grupos de poder, mover asociaciones de alumnos que no representan a casi nadie y que suelen estar dirigidas (por decir algo) por repetidores que no poseen los mejores expedientes, y que esperan prebendas. Y también por grupos de presión religiosos, nacionalistas, ecologistas, sexistas, etc. Y la convolución de todo esto proporciona el resultado al cual denominamos democracia universitaria. Y ahora que está tan de moda la irrupción en política de profesores universitarios, puedo afirmar que, aunque están claramente en su derecho, no creo que sean ninguna solución, porque de todas maneras a la política no se dedican los mejores, que están en la Universidad por calidad, pasión y vocación. La última vez que consulté el expediente académico del famoso Sergio Fajardo, gobernador de Antioquia, tengo que decir que como matemático era bastante regularcillo, es decir, su labor política ha sido una agradable sorpresa.

En cuanto a Sánchez y al PSOE, tienen un gran problema, pues nadie puede pactar con el cáncer que te merma. Toca aguantar el tsunami, morir, o matar. Ellos y el Partido Popular han sido los culpables de la emergencia de Podemos, cuyo líder muestra sus ansias de poder, y al mismo tiempo se descalifica como presidenciable, cuando afirma en público que Zapatero era un presidente solvente, al que consulta cuando tiene dudas. ¿En qué país ha vivido este fenomenal profesor universitario? Llama la atención el idilio que mantiene con Rajoy, parecido al de una tenia con un estómago. Finalmente Rivera, todavía está un poco verde, porque no ha comprendido la gran oportunidad histórica de España: crear un partido liberal que sea capaz de entender diferentes filosofías políticas y que base el desarrollo en el mérito y en la generación de riqueza, con un desarrollo socialmente sostenible. Rivera no debería equivocarse de mercado, ni de enemigo. Con Podemos no tiene nada que ganar y tiene, por el contrario, mucho que perder. ¿Para cuándo en España un partido liberal sin complejos? Quizá, como los viejos comunistas, nosotros también seamos víctimas de nuestra propia historia. Veremos lo que surge de las urnas. En cualquier caso no habrá terceras elecciones. En cada momento hay que hacer lo que hay que hacer. That's all folks!

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