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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Fatalismo nacional

Hasta hace unos años, cada vez que se aproximaba una competición futbolística de selecciones nacionales, a los naturales de este país se nos venía a la memoria, como una flagelación o una dolorosa lanzada en el costado, el fallo imperdonable de Cardeñosa, el gol fantasma de Míchel, la colada impensable de Arconada, el penalti de Raúl a las nubes, el árbitro tramposo de Corea o la nariz de Luis Enrique chorreando sangre en "vendetta" siciliana.

Lo de este país y el fútbol era puro fatalismo, como el pesimismo que nos acompaña desde la Generación del 98 y que se acrecienta en épocas de crisis, como la actual: aquí solemos escribir crónicas de muertes anunciadas cuando el supuesto cadáver aún pasea en bicicleta.

En España repartimos los pesares para agrandarlos, como si fuéramos portadores de un virus derrotista instalado en el ADN patrio que nos empuja a pintar de negro todo lo que se asoma al gris. Así conseguimos casi siempre que lo que va mal empeore.

Los futbolistas lograron cambiar esa tendencia y la Roja se convirtió para el país en un bálsamo reparador, en un antídoto contra el secular desánimo. Tal vez habría que aplicar el "tiki taka" a otros órdenes de la vida nacional. U ofrecerle a Del Bosque la presidencia del Gobierno y a Iniesta la cartera de Educación.

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