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Oficina del grupo S&D del Parlamento Europeo en Asturias

Picar como abejas

Decir que un combate de boxeo ha sido el mejor de la historia es mucho decir. Pero entre los que merecen ser considerados como tales se encuentra el que enfrentó a Muhammad Ali con George Foreman en Kinsasa el 30 de octubre de 1974. Foreman, oro en México '68, acudía invicto al Zaire. 40-0, 37 por KO. Era el campeón de los pesos pesados después de destrozar a Joe Frazier. Todo el mundo tenía dudas sobre el "plan secreto" de Ali. Pero existía. Fue lo que desde entonces se llamó "rope-a-dope": dejar la iniciativa al rival buscando la defensa en las cuerdas. La táctica agotó a Foreman. Golpe a golpe, el coloso no conseguía abrir la defensa del aspirante. Finalmente, exhausto, Ali pudo noquearle en el octavo asalto.

Resulta tentador observar el actual combate continental entre nacionalismo y europeísmo como un remedo de esta pelea. Los europeístas confiamos, pese a nuestra peligrosa proximidad a las cuerdas, en esa "mano" que lleve al nacionalismo a la lona. Seríamos optimistas. Las últimas estaciones de nuestro particular viacrucis (referéndum holandés, presidenciales austriacas, "Brexit") nos acercan más a Verdún como metáfora: un bombardeo nacionalista por saturación del "sueño europeo" con la esperanza, a lo sumo, de una larga resistencia con enormes bajas.

No debemos abandonar tan pronto el combate del 74. Si de lo que se trata es de vencer puede ofrecernos valiosas lecciones. La primera, la importancia de la pasión. Ali "electrizó" Kinsasa. Necesitaba energía para vencer a su rival. La obtuvo. Los 50.000 espectadores atronaban "¡Ali, bomayé!" (¡Ali, mátalo!). El proyecto europeo necesita con urgencia la energía de sus ciudadanos. No en forma de apelación demagógica. Esa es la nefasta especialidad del nacionalismo. Pero sí de una identificación positiva y comprometida con la construcción europea. Dada la creciente participación ciudadana este "trasvase de energía" decidirá en el futuro muchas batallas políticas. Si quieren ejemplos observen con detenimiento qué está ocurriendo en la negociación del Tratado de Libre Comercio entre la UE y EE UU.

La segunda se refiere al método. Ali comprendió que un cruce de golpes le llevaría rápidamente a la lona. Tenía que adaptarse y decidió bailar junto a las cuerdas. Atacar defendiendo. El proyecto europeo ha hecho del avance prudente su dogma. Debemos apretar el paso si no queremos esclerotizarnos. Y ese avance pasa por una urgente e intensa unión política. No es algo novedoso. Jean Monnet, padre del método funcionalista, arriesgó en 1940 con unión política franco-inglesa que estuvo a punto de lograrse. La razón de su propuesta era sencilla. La historia avanzaba a la velocidad de los tanques nazis. Y enfilaban París. Hoy la historia avanza pasos igualmente urgentes: migrantes que mueren en nuestras costas, crisis económica que amenaza el tan europeo Estado de bienestar, ataques terroristas... Adaptémonos. Si queremos ganar este combate debemos volar como mariposas. Pero, sobre todo, tenemos que picar como abejas.

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