A veces los números pierden su magia pitagórica y pasan desapercibidos, pero en ocasiones merecen una reflexión que va más allá de una valoración tibia de las cifras frías. El pasado año, los Juzgados de Gijón registraron 22.357 asuntos penales. Lo que supone 61 al día en una ciudad relativamente tranquila, donde cada vez son menos frecuentes los sucesos sanguinolentos.
Simplificando más de lo razonable, podría decirse que la finalidad de un Juzgado penal es meter a alguien en la cárcel, de manera que esos más de 22.000 asuntos que sitúa la estadística oficial en Gijón no son menudencias.
¿Por qué motivo esta ciudad ocupa el puesto 15.º en el listado nacional de la litigiosidad, con más asuntos penales que llegan a los Juzgados que en poblaciones con mayor número de habitantes?
El cómputo de sesenta litigios al día en el ámbito penal merece una serena reflexión. ¿No se estará abusando de la justicia, aprovechando que nos la pintan ciega? ¿Cuántas denuncias falsas llegan a los Juzgados de Gijón que desembocan en diligencias previas que después se archivan y que ponen a un ciudadano en el disparadero, sin razón, como investigado? Tal vez llegue a ser conveniente el establecimiento de una sanción ejemplar, con imposición de costas, para cada denunciante temerario.
