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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Tiemble después de reír (o viceversa)

Un consejo: no hagan mucho caso a las promesas electorales

El domingo estaremos votando. Ya sabe las fundamentales: la primera, deberíamos votar por nuestros intereses, no por nuestras simpatías o antipatías; esto es, no votamos a ninguno de los candidatos o partidos, sino a nosotros mismos. La segunda, es posible que nuestro voto acabe delegado en alguien a quien no hemos votado: es casi inevitable; es más, es fácil que acabe delegado en alguien a quien nunca votaríamos. De modo que, ahora, a las motivaciones habituales del sufragio ha de sumarse otra: para qué lo utilizará aquel a quien se lo demos.

Por lo demás, no hagan mucho caso a las promesas electorales. En materia económica constituyen casi todas mentiras o palabras-cebo, articuladas para pescar incautos. Así, nadie va a crear empleo, y menos "empleo digno". El empleo solo lo crean las empresas, y su creación depende de variables que escapan casi todas de la política: la capacidad de las mismas de ganar mercados porque son más competitivas que sus rivales o porque ofrecen productos o servicios (por ejemplo, el sol, la playa, la gastronomía) que otros no pueden ofrecer. Y en esa competitividad, cuando es escasa la exclusividad del producto, pesan mucho los salarios, los costos de la seguridad social y la seguridad del empresario a la hora de contratar. A mayor inseguridad, menor contratación. Y eso sí tiene que ver con las políticas que se pongan en marcha. (Es cierto que se puede educir de la nada empleo público, pero ello conlleva subida de impuestos y destrucción de empleo en otros ámbitos).

No crea las promesas de subir las pensiones de forma generalizada. Si seguimos pudiendo pagarlas como hasta ahora, habremos hecho bastante. Tampoco en la bajada de impuestos: le pueden, acaso, reducir el IRPF, pero le subirán otros. En general, quienes prometan dar más gratis a más gente (pagas universales, por ejemplo) o subir el sueldo a más personas o lindezas de ese tipo, le subirán más los impuestos. Y eso de que a quienes van a subir los impuestos es sólo a los ricos créalo. Sólo que el "rico" va a ser usted con tal de que tenga algo: un sueldo, un piso aunque esté pagando la hipoteca, una pequeña cuenta en el banco? Cualquier cosa. Se va a producir un auténtico asalto a la riqueza creada con el trabajo.

Pero, al tiempo que lea programas o declaraciones, aproveche para "leír" (dicho al modo chino) porque hay estos días momentos deliciosos. He aquí a doña Sofía (la Reina, no, la número uno de Podemos por Asturies) repitiendo los babayemas de su partido: "Venezuela es una democracia. Me preocupa más esta Europa insolidaria". ¡Como si el Parlamento Europeo no hubiese pedido ya reiteradas veces la liberación de los presos políticos en Venezuela (con la abstención de Podemos y el voto en contra de sus socios de IU)! ¡Y como si la cosa no estuviese allí tan mal como para tener que haber ido a mediar Rodríguez Zapatero -el Papa/papá de don Pablo Iglesias- junto con otros exmandatarios sudamericanos!

Y añadan otra jocosidad de doña Sofía Castañón: "Los ricos estarán orgullosos de contribuir a la igualdad (poniendo ellos más pasta, se entiende -y para el concepto de "rico" vuelva usted un par de párrafos atrás-)".

Mas no piensen que son solo los candidatos a Cortes quienes pueden hacer nuestras delicias estos días. Poco ha, el concejal de Seguridad Ciudadana (PSOE) del Ayuntamiento de Uviéu, ha solicitado por escrito que, para que no se matase a los xabalinos que invaden de vez en cuando los barrios de la capital, poniendo en riesgo a los ciudadanos, se procediese, en su lugar (¡fuera violencias!), a esterilizar a las hembras de la especie.

No es mala idea. Yo le aconsejaría que se dedicase a la tarea él mismo. ¿Quién sabe lo lejos que podría llegar, acaso como cantante? A fin de cuentas, de forma más humilde, de sexador de pollos, trabajó al comienzo de su carrera Joan Manuel Serrat.

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