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Los mercados financieros y el coste del "Brexit"

La decisión británica abre un nuevo período de incertidumbre y volatilidad

La pregunta más recurrente desde la victoria del Brexit en el referéndum del pasado jueves es ¿qué pasará ahora? ¿se cumplirán los efectos negativos sobre el crecimiento económico, empleo y derechos sociales que, básicamente para Gran Bretaña y en menor medida para la propia Unión Europea (UE), han pronosticado instituciones como el Banco de Inglaterra, el FMI, el propio gobierno británico o un amplio número de consultoras privadas?

La permanente dificultad de realizar predicciones económicas fiables ha podido reducir en los ciudadanos británicos la credibilidad de los costes anunciados y hacer que factores emocionales ponderasen más a la hora de votar por una salida de la UE. Sin embargo, la reacción de los mercados el "día después" del Brexit, con la caída de la libra y del euro, el aumento de las primas de riesgo, y las pérdidas en los índices bursátiles británicos, europeos y mundiales, responde a la crónica negativa previamente anunciada por los expertos económicos. La previsión para las semanas y meses próximos es un incremento de la volatilidad en los mercados financieros, donde asistiremos a nuevas bajadas de los índices bursátiles y también a rebotes de los mismos en un contexto de pérdidas netas de valor.

Este comportamiento de los mercados financieros simplemente refleja la existencia de alguna certeza y muchas incertidumbres sobre el futuro. Cierto es que la falta de libertad de movimiento de trabajadores entre la UE y Gran Bretaña reducirá por si sólo el crecimiento económico de Gran Bretaña en el medio y largo plazo. Cierto es que el efecto negativo sobre el crecimiento económico se verá incrementado cuanto mayores sean las restricciones al comercio que entre la UE y Gran Bretaña resulten tras finalizar el proceso de negociación de salida. No puede ser de otra forma para un país que tiene el 44% de sus exportaciones concentradas en la UE. Sin embargo, las diferentes posibilidades de acuerdo final hacen difícil cuantificar de forma precisa el coste económico que para Gran Bretaña tendrá la salida de la UE y que cualquier noticia que afecte a dicho resultado final vuelva a provocar cambios en los mercados financieros.

Para la Unión Europea, sabemos con certeza que los países con mayor presencia en mercados británicos como Irlanda, Holanda, Bélgica y, en menor media, Alemania, Francia y Portugal verán reducidas sus exportaciones y, por tanto, sufrirán un impacto negativo en su crecimiento económico. La depreciación de la libra y los menores niveles de renta de los británicos reducirán su capacidad para viajar y nuestros ingresos del turismo se verán reducidos, situando a España tras Irlanda, Holanda y Bélgica en el segundo grupo de países más afectados. El menor crecimiento económico generará problemas adicionales al sector bancario europeo, muy presionado ya por los bajos tipos de interés, y a las cuentas públicas nacionales. Sabemos también que estos efectos económicos directos serán en términos relativos menores para la UE que para Gran Bretaña.

Sin embargo, los principales costes económicos para la UE derivan de las implicaciones políticas asociadas al Brexit. Un efecto dominó que provocase la salida futura de otros países tendría efectos negativos de incalculables consecuencias para el crecimiento y empleo en la UE. Esta incertidumbre también es anticipada por los mercados y reflejada en las caídas de precios observadas en el "día después" y en la mayor volatilidad de precios que observaremos en los próximos meses pues cualquier noticia que modifique las expectativas sobre la integración europea provocará cambios en la cotización de los índices bursátiles europeos y mundiales.

La importancia de las consecuencias políticas explica la dificultad de pronosticar con precisión los efectos sobre la UE pero también provoca que esté aún en manos de los gobiernos y ciudadanos europeos minimizar las consecuencias negativas del Brexit. La investigación en economía aporta recomendaciones en este ámbito pues sabemos que la imparable globalización económica y social requiere de un sistema institucional y político capaz de tomar decisiones en un marco geográfico también global. Ello indica que mayor integración política, en lugar de mayor nacionalismo, y mayor cesión de competencias nacionales, en lugar de mayor soberanía nacional, serían las estrategias de actuación más acertadas para alcanzar un mayor bienestar económico. La puesta en marcha de las mismas requiere de su aceptación por la sociedad civil y constituye uno de los principales retos de la clase política europea y española en un momento donde los vientos parecen soplar en dirección contraria. De lograrlo, los mercados financieros responderán favorablemente con subidas de precios y menores volatilidades, justo al contrario de lo que en estos momentos está ocurriendo.

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