La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Ir a votar botando

Usted, amigo lector, ¿a quién quiso botar ayer con su voto? ¿A lo malo conocido o a lo peor por conocer? ¿Al bipartidismo redivivo o al que dicen que se avecina, que este país de güelfos y gibelinos no distingue más colores que el blanco y el oscuro? ¿A quién botó, insisto? ¿A un PP que salvó los muebles por la graciosa majestad del Brexit y que es capaz de hacer pasar por cebra a un pollino llenándole el lomo de rayas? ¿O a un PSOE menos empequeñecido de lo que las empresas auguraban, resucitado de sus pompas fúnebres, aunque aún situado entre la espada y la pared, pendiente de decidir si quiere que lo maten a pistola o lo liquiden a cuchillo?

¿Habrá botado usted a la nueva ola podemista, tristona anoche después de haber exhibido triunfante en los carteles la sonrisa burlona y descarriada del gato de Cheshire, ese felino literario de conversaciones paradójicas?

Convengamos en que no es lo mismo votar con "b" que con "v". Con "v" de victoria, se ensalza y se pondera; con "b" de batacazo, se desprecia y posterga. Ayer hubo votaciones y botaduras. Y cada cual se sirva. Por lo demás, lo que llaman la fiesta de la democracia se ha convertido en un sudoku irresoluble: lo que en diciembre era una ecuación de segundo grado, amenaza en los albores de junio con mantener la misma incógnita, y sin ánimo de despejarse.

Compartir el artículo

stats