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La mar de Oviedo

Perdimos

Perdimos otra vez, decía aquel himno a la derrota, de Les Luthiers, que empezaba con el sol asomándose en el poniente. Tiene mala prensa perder pero es una gran oportunidad regeneradora. La mayor pérdida, la muerte, existe por culpa de los errores, en cambio es necesario que los eliminemos para superarlos; al individuo le viene mal pero a la especie le permite conservar su óptimo desempeño. La derrota es una alarma que invita a corregir los fallos y es, por lo tanto, innovadora. No se trata de plantear la retirada antes de la batalla, de dar la orden de media vuelta, de abortar antes de tiempo, sino de afrontar la suerte y, si nos rompen encima de la cabeza los clarines de bronce, aceptar el fracaso y tomar buena nota. Esto vale para el fútbol, para la política y para la vida. Eso sí, lo recomendable estriba en escoger bien la derrota. Yo, desde luego, no me muero por el fútbol.

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