La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pasadas las elecciones del 26 de junio

Me preguntan desde el otro extremo de nuestro continente cómo veo yo a la España de hoy, tras las recientes elecciones, y les contesto: igual que como la quiso ver hace algunos años el Papa polaco, cuando abogaba por la recristianización de Europa. Porque la confirmación de la derecha, con la mayoría absoluta en la mano, significa la victoria de la tradición, del nacionalismo, del mercantilismo, de lo antiprogresista y de la religión, aunque estos extremos no se expliciten en los programas ni en los discursos. La derecha equivale a mano dura con el pueblo llano, a disciplina, y a preocupación por la estabilidad monetaria, con el lema de no gastar; sobre todo, de no gastar en proyectos sociales. ¿Por qué no gastar? Para ir amasando capitales, porque lo que importa a los conservadores son los intereses derivados de los depósitos.

La fe cristiana está unida al dinero, en una simbiosis inseparable desde su mismo origen, como lo atestiguan con su vida Ananías y Safira, en Los hechos de los apóstoles, parte inseparable del Nuevo Testamento.

En la jornada electoral del 26 de junio de 2016, la mayoría de los ciudadanos de España votó partidos de derechas. Nada original, ya que el espasmo conservador tiene entumecidos todos los estados-naciones europeos desde el colapso de la "Europa social y de bienestar". Porque es así: el socialismo puede ser agnóstico o ateo, pero es solidario y eminentemente humano, mientras que el conservadurismo es institucional, bursátil y bancario, donde los números más valen que las ideas y las personas son noticia siempre que sus nombres estén unidos a cantidades muy grandes de dinero, de al menos seis dígitos, aunque estos hombres ricos paguen con lustros de cárcel por mantener capitales de origen desconocido en "paraísos fiscales". Así que el mismo Mario Conde, el exbanquero que más tiempo pasa recluso que en libertad, confirma expresa y públicamente su religiosidad católica.

En resumen: respondo a quienes me preguntan por cómo salió España de su jornada electoral que España no defraudó los deseos del papa Wojtyla y está hoy, igual que Polonia y otros países europeos (quizás con la honrosa excepción de la Alemania de la señora Merkel), alineada con el más cerrado conservadurismo.

Compartir el artículo

stats