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andres montes

Una verdad sobre Aznar

El sueño de estadista de Aznar es una historia menor en el episodio imperial de la patada al avispero de Oriente Medio. En los doce tomos y las 2,5 millones de palabras del "informe Chilcot", sobre la participación de Gran Bretaña en la guerra de Irak, se perfila en la lejanía al acólito que nadie necesitaba, pero cuyo empeño servil en sumarse al conflicto sirvió para abrir una brecha con la ciudadanía y poner al país en el punto de mira del terrorismo fundamentalista.

La apariencia de la búsqueda de una solución pacífica fue sólo una forma de encubrir y ganar tiempo para los preparativos militares de la invasión, según evidencia el "informe Chilcot". En eso consistió el papel de Aznar, en poner la cara, a dúo con Blair, para que pareciera que estaban dando una oportunidad a la paz, cuando lo que buscaban, sin conseguirlo, era legitimar el conflicto. El resto son los gestos patéticos de quien quiso hacernos creer que, poniendo los pies sobre la mesa de los grandes, había alcanzado la cúpula del poder universal.

Las armas de destrucción masiva nunca encontradas fueron el primer indicio de que toda la intervención se sustentaba en una gran mentira. La verdad, sin embargo, avanza con lentitud si consideramos los siete años que ha tardado en ver la luz un informe exhaustivo. Y además es cara, 13 millones de euros en este caso. Los británicos al menos tienen el consuelo de que el engaño queda por completo al descubierto para instalarse como una constatación fiable contra la que poco pueden las justificaciones de parte. Blair, ajeno ya a lo público y volcado sólo en lo suyo, intentó combatir con su propia verdad las evidencias construidas con paciencia y precisión. Aznar, en cambio, nunca se sintió en la obligación de explicarse ni de reconocer los toscos engaños con los que quiso levantar su pedestal de gobernante para la historia. Comparte con su compañero de juegos de la guerra la palabra de alto precio y la nula influencia, la dispar presencia de Rupert Murdoch en sus vidas y el estar al margen de su partido y de su país. Eso sí, convertidos ambos en parias millonarios.

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