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Cien líneas

Al fin

El Tribunal de Cuentas ha detectado irregularidades graves en las obras de ampliación de El Musel. Así que el Tribunal de Cuentas cae en la cuenta en la que ya todo el mundo había caído porque entre otras cosas el asunto lleva tiempo en los tribunales, incluida la Audiencia Nacional -el grueso del caso, una pieza separada o sabe dios qué vericuetos del océano procesal- y asimismo la UE detectó en su momento que del fraude o al menos graves trapisondas acaecidas en las subvenciones de toda Europa en 2014 la cuarta parte corresponden al magno puerto asturiano. Repito, de todos los pozos negros señalados ese año en las subvenciones del conjunto de la UE la cuarta parte corresponden a El Musel. ¡Récord mundial!

Más aún. Tres técnicos de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) ratificaron ante la Audiencia Nacional, allá por el otoño del año pasado, que el pesaje de al menos 68.000 camiones que trasladaron materiales para las obras de ampliación de ese puerto, entre los años 2005 y 2011, fueron falsificados.

Por algo Podemos se negó a apoyar a los socialistas para la alcaldía de Gijón. Por algo aquí, allí y allá están en un sin vivir unos cuantos que yo me se.

Aunque, bien mirado, si el Tribunal de Cuentas que, como se sabe, es lo que es, se entera a estas alturas de algo que es de dominio público los implicados en la trama del puerto gijonés pueden dormir tranquilos porque será muy difícil que la marea de la justicia les llegue al cuello que es donde duele. Pueden caer algunas pirañas pero los tiburones son intocables.

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