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Alberto Menéndez

Dejarlo a tiempo

Un mal que aqueja a muchos políticos (a demasiados) es el de no saber escoger el momento más oportuno para retirarse de la vida pública. Lo habitual es que quieran seguir y seguir cobrando de las arcas de las administraciones, sin percatarse (y si lo hacen les da igual) de que esta profesionalización de la política sin límite de tiempo es una de las razones del desprestigio de los partidos ante los ciudadanos, un descrédito que va en aumento, como queda patente encuesta tras encuesta. Y aunque no todos los casos son iguales, al final, la gente no distingue: todos son iguales. Para mal.

La polémica de los últimos días en torno a las actividades privadas de Ovidio Sánchez, expresidente del PP asturiano y antiguo presidente de la Junta General del Principado, se inscribe dentro de esta disposición generalizada de hacer de la política no una actividad temporal sino una profesión. Ovidio Sánchez lleva en cargos en representación del PP desde los primeros años de la década de los ochenta. Fue concejal en Oviedo, parlamentario autonómico, presidente del PP asturiano, senador y diputado en Cortes. Llegó a tener su propio despacho de abogado, que cerró por sus obligaciones políticas.

Ovidio Sánchez, como un gran número de cargos institucionales o de dirigentes de partidos (de cualquier color, no hay distingos), acabó viviendo de la política, y, lo que es peor, sin aparente posibilidad de retorno a su vida profesional anterior. En 2013 vio la posibilidad de hacerse camino en la iniciativa privada en Madrid aprovechándose de sus contactos con otros políticos del PP. Pero lo hizo sin haber dejado antes sus responsabilidades parlamentarias. Y ahí está su principal error: mezclar las tareas personales con las políticas no es nada fácil. No quiere ello decir que el político de Laviana haya cometido irregularidades ni mucho menos ilegalidades. Eso es algo que, en todo caso, correspondería dilucidar a la justicia si es que alguien se lo llegase a plantear. No, de lo que se trata es de analizar su actuación desde el punto de vista político. Y es aquí donde algo chirría. El mismo Sánchez es consciente de que de este asunto sale tocada su imagen pública.

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