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Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Asturias

Un faro guía para la industria asturiana

Una reivindicación de la figura del ingeniero industrial

Asturias está ante una oportunidad única y ha de aprovecharla. Frente a un panorama de profundo cambio social, impulsado -en buena medida- por una revolución tecnológica con pocos precedentes, y ante al dibujo de una nueva industria basada en modelos innovadores, nuestra región cuenta con sólidos argumentos para afrontar el cambio y salir fortalecida. Valores como el de una historia ligada al desarrollo industrial, el "know how" de la experiencia, las equipaciones y estructuras y, fundamentalmente, el profesional adecuado para liderar el proceso sobre el terreno: el ingeniero industrial.

El tejido empresarial está preocupado en mejorar la productividad, la calidad y el diseño de sus productos, y es consciente de que el enfoque de las medidas a este efecto debe hacerse a través de la innovación, el emprendimiento, la competitividad, el crecimiento y la internacionalización. El desarrollo debe ser comandado, por lo tanto, por un profesional multidisciplinar que tenga la capacidad de integrar todos estos conceptos dentro de un mismo sistema, en lo que podríamos resumir como la aplicación de una "creatividad disciplinada". En ese sentido, el ingeniero industrial, poseedor de una formación generalista y profunda, presenta el perfil idóneo para liderar procesos tan complejos y delicados. Desde la Escuela Politécnica de Ingeniería (EPI) y el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Asturias (COIIAS) se trabaja activamente en la canalización y potenciación de ese talento, pues se identifica el mismo como "estratégico" en el desarrollo industrial y especialmente "influyente" para la construcción de una sociedad que ambicione progresar y crecer de forma sostenible.

La necesidad histórica de contar con un profesional de estas características se revela hoy día más importante que nunca, tal y como se puso de manifiesto en la jornada "La profesión de Ingeniero Industrial (pasado, presente y futuro)" que se celebró en junio en el Hotel de la Reconquista de Oviedo, y en la que participaron expertos en la materia, cuyo trabajo se desarrolla desde diferentes prismas: Universidad, Colegio, empresa y Administración. De este encuentro salió reforzada la idea de que, en un momento crucial de cambio, es imprescindible contar con el ingeniero industrial, un profesional preparado para reaccionar con velocidad frente a los vertiginosos cambios legislativos y tecnológicos. Perfiles altamente cualificados que se enfrentan a retos de la máxima exigencia.

El papel protagonista que la sociedad reserva actualmente al ingeniero industrial es consecuencia de una evolución histórica. Este se ha colocado siempre a la vanguardia de los grandes cambios y la Administración ha ido definiendo su espacio de desarrollo bajo un criterio de proporcionalidad basado en la trascendente aplicación social de su conocimiento y empeño. Hagamos memoria:

El desarrollo industrial de España viene guiado desde 1824 a través de una institución que, en sus orígenes, se denominó Real Conservatorio de Artes (RCA) y que pretendía satisfacer las demandas técnicas e industriales y regularizar las enseñanzas industriales.

En el año 1850, este instituto pasa a llamarse "Real Instituto Industrial", y en 1855, con la Ley Moyano, aparecen las primeras escuelas de estudios industriales. Debemos mencionar a las dos profesiones que hicieron -y siguen haciendo- posible el progreso de nuestra industria; la de ingeniero industrial, con capacidades generales completas para abordar cualquier actividad industrial (de gestión, tecnológica, financiera, de recursos humanos, etc.) y la de ingeniero técnico industrial, que se ocupa de cuestiones relativas a su especialidad y, en algunos casos, también generales, pero limitadas en capacidad.

El ingeniero industrial representa desde entonces el faro guía para el desarrollo industrial. El proceso de descripción de su figura se asienta definitivamente en el año 1935, con un Real Decreto que le asigna atribuciones exclusivas.

Cabe aquí profundizar en la aclaración de una lamentable ambigüedad que se ha acrecentado en los últimos años y que amenaza con dañar seriamente la necesaria organización y delimitación de parcelas dentro de la ingeniería industrial, pues el orden -y la correcta aplicación de los conocimientos- contribuyen a un desarrollo más sólido, rápido y eficaz de nuestra industria.

Se ha propagado la idea de que en la ingeniería industrial debe de existir un solo tipo de profesional ingeniero, apareciendo, al respecto, noticias erróneas que confunden a la opinión pública y causan un preocupante desconcierto entre los estudiantes, los empleadores y las empresas. Esta creencia, además de entrañar un riesgo evidente, contradice la historia de la rama de la ingeniería, donde siempre han existido dos profesiones; una de primer ciclo de estudio, con la denominación de "perito" (hasta los años 80) y otra de segundo ciclo, bajo el nombre de "ingeniero". Dos profesiones distintas, cada una con su espacio en la industria, y las dos de incuestionable prestigio.

Actualmente estas dos profesiones tienen nomenclaturas adaptadas al ámbito internacional: una opera bajo la denominación de "Grado" en su especialidad, y la superior lo hace con la de "Máster en ingeniería" de la rama correspondiente. Para el caso de la industria: "Máster en Ingeniería Industrial".

Este nuevo título de "Máster en Ingeniería Industrial" sustituye al anterior de "ingeniero industrial". Son estudios que otorgan las capacidades y competencias reguladas para el desempeño profesional y el liderazgo en los planes estratégicos de las organizaciones. El ingeniero industrial adquiere facultades que lo singularizan dentro de la ingeniería industrial, otorgándole conocimientos y competencias únicos, y no compartidos con otras disciplinas.

Pero para que el nuevo Máster pueda desarrollar con garantías el rol determinante que ha de jugar dentro de la industria y sociedad actuales es necesario que reciba, de forma continuada, el apoyo de los agentes sociales interesados en su desempeño profesional.

Los colegios profesionales, y de forma muy particular el COIIAS, están acometiendo transformaciones para facilitar que los profesionales mantengan su capacidad de liderazgo en el proceso de reindustrialización. Ofrecen asistencia para la capacitación en "información estratégica", "vigilancia tecnológica" y "formación específica en sistemas concretos de aplicación de tecnologías y gestión". Es imprescindible la actualización de los recién egresados; habilitar un paquete de capacidades extras, permanentemente adaptado, que acompañe al ingeniero industrial a lo largo de toda su carrera. Esta es una profesión en constante formación y crecimiento.

La Administración, la Universidad y la empresa han de ser también instituciones sensibles a esta realidad, y deben trabajar de forma coordinada para sacar el máximo rendimiento del talento del ingeniero industrial. En Asturias ya tenemos evidencias de actuaciones en dicha dirección:

La Administración del Principado de Asturias, a través del IDEPA y de la Dirección General de Industria, está priorizando el llamado plan ASTURIAS RIS 3; la Estrategia de Especialización Inteligente, como oportunidad de afrontar el progreso regional. En lo relativo a la empresa, se considera que la aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito industrial favorece la innovación y la industrialización de las pymes. Las organizaciones patronales enfatizan el mensaje para que se profesionalicen las gerencias. Y desde la EPI se promueve intensamente la cooperación con la empresa, a través de la llamada Sociedad de Partners, en la que participan 80 entidades destacadas de la región. En definitiva, se trata de estimular una red de sinergias inteligente, que sitúe al ingeniero industrial en el centro de las políticas, con el objetivo de aprovechar su potencial en la construcción de una sociedad de verdadero progreso y desarrollo.

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