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Cien líneas

Terror global

El fantasma del terrorismo recorre Europa en las últimas semanas. En Niza, el salvaje camionero; en Alemania, sucesivamente, un afgano, un iraní y dos sirios asesinan a mansalva y ayer de nuevo en Francia, en Normandía, matan a un cura tras asaltar una iglesia.

Igual ocurre en EE UU desde el terrible atentado de Orlando hace mes y medio, con asesinatos en cadena de policías. Ayer mismo dos personas fueron tiroteadas hasta la muerte en Florida.

Y en Japón, un asalto a un centro de discapacitados se salda con 19 degollados.

En el resto de los países o apenas se sabe lo que ocurre o la cosa es muchísimo peor. Pero no de ahora. Una red de guerras locales, muchas sin declarar, azota a millones de personas endémicamente. Insisto, allí y allá no hay novedad por trágica que sea semejante epidemia.

Quiero decir que la violencia extrema se está inaugurando como sistema en los países más avanzados, de forma simultánea y sin que haya forma de evaluar las últimas causas porque el yihadismo, el racismo, la locura o la radicalización exprés pueden servir de explicación pero cuando el volumen y la sincronía del terror es como el que estamos viendo hay que suponer que existen instancias ignotas y siniestras moviendo los hilos.

Vamos que en Europa, EE UU y Japón ya ocurre lo mismo que en el resto del planeta. El juego de poderes que desde siempre se traduce en guerras se manifiesta ahora en el primer mundo con los lobos solitarios, un concepto tramposo porque obviamente están dirigidos y azuzados.

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