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Sol y sombra

Desconexión política

Si no les vale como argumento la interinidad y las consecuencias para el país de no contar con un gobierno después de dos elecciones en seis meses, los partidos podrían encontrar la salida a su tacticismo irresponsable en el nuevo desafío del Parlament catalán. El Rey ha pedido unidad y es natural que lo haga. La desconexión es un eufemismo para no declararse secesionistas frente al imperio de la ley pero se trata de seguir circulando por el camino de la desobediencia. Ciudadanos, que tanto combate en Cataluña el incumplimiento constitucional, tiene en estos momentos la posibilidad de desconectarse de la contradicción que le impide dar el paso al frente y promover un frente unido patriótico. No es la palabra que más me gusta pero es la que unos y otros emplean para significarse en defensa de la unidad de España.

Mientras los independentistas catalanes porfían en su desconexión, los partidos que tienen una idea común de la unidad nacional son incapaces de ponerse de acuerdo para promover un gobierno de concentración que disipe algunos de los temores que se van apoderando de los ciudadanos y arroje un rasgo de firmeza ante la pertinaz insurrección nacionalista. Sin embargo ni en ese punto crucial encuentran la forma de entenderse.

La clase política de este país no está a la altura de las circunstancias. Posiblemente hayan sido pocos los momentos de la historia en que ha ocurrido lo contrario, pero este es uno de ellos donde la razón fundamental debería imperar sobre las estrategias partidistas. Si así todo insisten en no romper el desacuerdo estaríamos asistiendo a una de las etapas de mayor desconexión del pueblo con los que se presentan como sus representantes soberanos. En resumidas cuentas, un auténtico despropósito.

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