Gijón se prepara para entrar en su Semana Grande, en las fiestas patronales de Begoña, y en la apertura de una nueva edición de la Feria Internacional de Muestras, referentes ambas de atracción de visitantes, lo que supone un buen momento para reflexionar sobra la situación del turismo en una ciudad cada vez más volcada en el sector terciario.

Miles de visitantes llegarán a Gijón este mes de agosto, atraídos por su paisaje, por su notable gastronomía, sus recursos naturales y la amabilidad de sus gentes. La ciudad parece recuperar en este sector números de tiempos anteriores a la crisis. La estadística oficial así lo señala, como también los datos más recientes aportados por el Sistema de Información Turística de Asturias (SITA), que analiza el impacto económico de las visitas en la región. ¿Por qué motivos, sin embargo, el turismo no alcanza aún a convertirse en la principal actividad económica de esta ciudad, que ha fiado desde hace años buena parte de su futuro a la economía turística, a la vista del declive de su antaño poderoso sector industrial?

Si el sector de los servicios genera ya el 76 por ciento del Valor Añadido Bruto local y ocho de cada diez empleos, no es menos cierto que la mayor cuantía de esa aportación llega de la mano del comercio, que dobla en puestos de trabajo a la hostelería, una de las patas sobre las que se asienta el turismo local, y que aún genera menos empleo que el metal y la sanidad. El turismo sólo supone el 6 por ciento de la economía local y el 7,3 del empleo. Muy poco, por ahora; pero por esa misma razón se trata de un sector con enorme margen de crecimiento y mejora.

Con 7.075 plazas de alojamiento, según el último recuento oficial, de las cuales 4.455 corresponden a hoteles, resulta sorprendente que una ciudad que aspira a mayor relevancia turística no disponga de un equipamiento de cinco estrellas, tras resultar fallido el intento de una conocida cadena hotelera en la Laboral y sin que aún pueda darse como conseguida la iniciativa de convertir en hotel de lujo el edificio de la Autoridad Portuaria en el Puerto Deportivo, a la que se opone tozudamente Puertos del Estado.

Gijón tiene aún mucho camino por recorrer en la intención de convertirse en uno de los referentes turísticos de la fachada atlántica, donde compite con ciudades tan potentes para la atracción de visitantes como Bilbao, Vigo, San Sebastián y Santander. Para ello tiene que hacer aún un notable esfuerzo por proyectar su imagen en el exterior como destino turístico de calidad, impulsar el desarrollo empresarial del sector y la formación de los trabajadores y potenciar, sobre todo, el turismo de reuniones, un subsector que aporta a la economía nacional 4.400 millones de euros al año y que en Gijón no supera los 9 millones, pese a que esa cifra aumenta año a año. La desestacionalización de la demanda turística pasa necesariamente por el turismo de congresos y negocios, con visitantes por lo general de elevado nivel adquisitivo y cuya presencia repercute económicamente en el transporte y en el comercio. En esa área, aún no suficientemente explotada en esta ciudad, existe un filón económico muy importante en el que es preciso trabajar, tanto las instituciones públicas como el sector privado.