El 03/05/2016 publicaba en LA NUEVA ESPAÑA un artículo titulado "No dimita, doña María Jesús", en que con tono irónico señalaba yo las exageradas demoras en entregar el carné habilitante para el uso de productos fitosanitarios, cerca de los cuatro meses, así como los perjuicios que acarreaba. "No dimita", le decía, "simplemente le pido que requiera de su Presidente los medios necesarios para una puesta al día y un despacho inmediato de esas licencias".
El 11/05/2016 me replicaba don Máximo Braña Argüelles, Jefe de sección de Sanidad Vegetal de la Consejería, negando que mis datos fueran ciertos. Y añadía: "A fecha actual se está ultimando la entrega de los carnés correspondientes a los cursos realizados en marzo y abril, que serán enviados a lo largo del mes de mayo".
Como podrán ver por su respuesta "marzo, abril, mayo" venía, en realidad, a darme la razón, por lo que sus cuentas expresaban era que se estaban demorando en tres meses. Y así es. Examinado yo y aprobado a principios de abril, llega a mi casa el aviso de correos para el carné el primer día de julio. No hace falta echar muchas cuentas para advertir el retraso, tampoco que aquella afirmación de que "serán enviados a lo largo del mes de mayo" no pudo ser cierta.
De modo que la Consejería sigue sin poner los medios, humanos e instrumentales, para resolver el problema. Pero, sobre ello, que afecta al común, me apena particularmente que don Máximo, persona de cuya seriedad tengo noticia, haya tenido que salir a mentir (o a embarullar, si queremos ser piadosos) para defender la gestión de su jefa o jefes.
Llevado por esa lástima no se me ocurre otra cosa que pensar en aquellos versos de zarzuela La Gran Vía: "Pobres chicas (en realidad en singular), las que tienen que servir". Los políticos deberían ser más respetuosos con sus subordinados.
