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Geólogo

Un tesoro oculto bajo el Cantábrico

El extraordinario interés geológico, biológico y ecológico del Cañón de Avilés

El litoral asturiano posee uno de los rasgos geomorfológicos más interesantes que existen a nivel mundial: el "Cañón de Avilés". Se trata de un enorme valle submarino con morfología en "V" -el de mayor hondura conocida- situado a escasa distancia de la costa y con una orientación dominante Noroeste-Sureste. Tallado en sus comienzos (15 km. mar adentro) sobre la plataforma continental cantábrica, comienza con una profundidad de unos 130 metros y llega a los 4.750 en su final, después de recorrer 75 km.

Presenta una estrecha relación con el accidente geológico más sobresaliente de nuestra región: la Falla de Ventaniella, importante zona de fractura que secciona el solar asturiano desde Avilés hasta el puerto de montaña homónimo, en el concejo de Ponga, pero que se prolonga bastante más allá de los límites de Asturias por la Cordillera Ibérica, llegando a alcanzar probablemente el Mar Mediterráneo. Esta notable falla tectónica muestra evidentes signos de inestabilidad, pues concentra buena parte de la sismicidad regional, varios de cuyos epicentros dibujan con precisión su rectilíneo trazado NO-SE.

En realidad, no se trata de un valle único, ya que el principal va acompañado por otros dos tributarios conocidos como El Corviro y La Gaviera (además de una plataforma marginal: Canto Nuevo), confluyendo los tres en uno solo en la zona inferior del talud, hasta desembocar con morfología de abanico en la profunda llanura abisal. Estos cañones son el resultado de la acción erosiva durante el periodo Neógeno aprovechando la debilidad de antiguas fracturas tectónicas reactivadas durante los tiempos de la apertura del Golfo de Vizcaya.

Además del enorme interés geológico que representa, el Cañón de Avilés juega un importante cometido en el ámbito biológico, ampliamente puesto de manifiesto por equipos de investigación científica de la Universidad de Oviedo.

La enorme diferencia de cota existente entre el inicio y el final del cañón -cerca de 5 kilómetros- favorece el que sus aguas presenten varios ecosistemas en relación con la profundidad, en los que influyen asimismo las corrientes provocadas por una compleja topografía, interactuando mecanismos de transporte de sedimentos y materia orgánica favorecedores de la vida. La biodiversidad establecida en este hábitat sobrepasa el millar de especies animales -algunas desconocidas- y muchas de ellas bentónicas.

En la plataforma continental se concentran bancos piscícolas, objeto preferente de la flota pesquera por su variedad de especies (entre otras, merluza, pixín, jurel, caballa, lenguado, cigala, etc.).

Finalizando el pasado siglo investigadores de la Universidad de Oviedo pusieron de manifiesto la existencia de corales en el cañón, hecho que fue ratificado en posteriores campañas oceanográficas, a destacar las desarrolladas en 2008, por el buque "Oceana Ranger", utilizando un robot submarino, y la del año 2010, ejecutada por un grupo de científicos del "Instituto Español de Oceanografía" (IEO), embarcados en el buque oceanográfico "Vizconde de Eza". Estas pesquisas lograron descubrir en la zona profunda un rico y bien estructurado ecosistema de arrecifes coralinos adecuados a aguas frías, llegando localmente a formar éstos los clásicos montículos de naturaleza carbonatada, cuya antigüedad alcanza los ocho mil años. Los organismos que los generan son variados, a destacar los corales de diversas características (negros, amarillos...), esponjas, erizos, anémonas. Este hallazgo contradice la clásica teoría de que este tipo de ecosistemas con altos índices de biodiversidad son propios de zonas tropicales con aguas cálidas y bien iluminadas.

Más abajo se encuentra una relativa abundante biodiversidad de cetáceos: delfines, calderones o ballenas piloto. Pero el organismo que más llama la atención es, sin duda, el calamar gigante (el legendario kraken, una criatura marina de la mitología escandinava que atacaba a los barcos y devoraba marineros), con una envergadura entre 15 y 18 metros y media tonelada de peso, cuyos ejemplares pudieron ser observados en el ahora inoperante museo de Luarca.

En resumen, todo un escenario natural que presenta los parabienes para formar parte de la "Red de Áreas Submarinas Protegidas de España" (RAMPE), parangón que ya ostentaba el entorno de la montaña submarina de El Cachuco, también denominado Banco Le Danois en honor a su descubridor, desde 2011, situada a 65 km. de la costa de Ribadesella. Así lo confirmó la Unión Europea a principios de este año, al incluir este complejo de depresiones como "Lugar de Importancia Comunitaria" (LIC), título que conlleva establecer una regulación de las actividades pesqueras, navegación, explotación del subsuelo o extracción de recursos naturales, es decir, preservar lo que atesora este importante ecosistema marino mediante una adecuada gestión.

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