La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vacaciones en fragmentos

Las vacaciones ya no son lo que eran. Ahora, un puñado de responsables políticos se entrevistan con el Jefe del Estado en mitad del verano, cuando España cierra, y posan junto a él repetidamente. Como ya ha pasado varias veces, habrá que dilucidar por qué sigue pasando. No parece probable que los cuatro partidos ahora más o menos mayoritarios cambien muy drásticamente su fuerza electoral en el futuro cercano. Si hubiera más elecciones, habría más bloqueos. Como un problema se hace aburrido cuando se ha convertido en crónico, hay que ceñirse a las evidencias de base. Nuestros políticos nos humillan. Atrincherados en una facilidad de palabra que cualquier profesor serio castigaría con un suspenso feroz, insisten en la necesidad de la altura de miras y en la importancia de nuestro bienestar. ¿En cuántos gremios se consiente la incompetencia reiterada? Si eres futbolista y juegas mal varios partidos seguidos ¿qué te pasa? En política no. Siempre hay sitio para un tuercebotas. No es solo que el Senado te pague el taxi con generosidad admirable-¿para cuándo una tarjeta taxi pagada por los senadores a los ciudadanos, que sería un puntito?- No. Es que siguen mandando los mismos en cada partido. Una panda de horteras de una insolvencia intelectual pavorosa, una banda de codiciosos oportunistas, llevan al sistema al punto en que se hace obligatorio recordar que es el sistema mismo lo mejor que tenemos, y no esos chupacámaras que lo manejan por nuestro bien. La doctrina es oficiada por gentes de liturgia tan pobre que te quedas solo con la doctrina. Vale decir, que debemos votar en defensa de la libertad y de la democracia como valores absolutos, hagan lo que hagan nuestros avispados aspirantes a padres de la Patria. Ellos se conocen bien. Ante el micrófono prescinden de concordancias y subordinaciones, que son arcaísmos del buen hablar. Lastres para un profesional de la gerencia de nuestro progreso. Nos sueltan cuatro gilipolleces y ocultan solo a medias ese oscuro y españolísimo jódete, adversario, que articula reiteradamente lo más sabroso de la historia de un país en el que nunca, pero nunca nunca, hubo taifas ni malos rollos vecinales. No, no. Altura de miras. Tanta que, en el manifiesto a favor de que haya gobierno pronto, se cuela la voz indispensable de Irene Lozano, a quien recuerdas leyendo un papelín en el Congreso en el que hablaba de los males del bipartidismo. Fue casi cabeza de cartel con el PSOE después de serlo con UPyD; ahora- acabáramos- firma como escritora. El descaro de estos ágrafos nos hace un favor: nos recuerda que la dignidad de la democracia es inmune a la torpeza de la peor tanda de políticos que hemos padecido desde el nacimiento del punk. Ah, lo de todos somos Messi: una joya expresiva, una conquista social. Vamos como nunca.

Compartir el artículo

stats