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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Una joya literaria

Algunas perlas de "El caballu", un poema de Bernaldo de Quirós del año 1707

El comienzo de la literatura asturiana tiene una fecha concreta, 1639. En ese año un sacerdote candasín, Antonio González Reguera, escribe un romance para celebrar la proclamación de Santolaya como patrona de la diócesis. Él mismo es también autor de pasos teatrales y de peculiares y geniales versiones de textos latinos, que rehace y, sobre todo, asturianiza en otros aspectos que los de la lengua.

A finales del siglo siguiente asistiremos al interés por nuestra lengua de Xovellanos y un puñado de amigos, que tratan de poner en marcha una Academia Asturiana y un diccionario del asturiano. Al mismo tiempo, contamos con un grupo de escritores, entre ellos la hermana de nuestro prócer, Xosefa, la mayoría de ellos relacionados entre sí y conocedores de la obra de los otros.

A lo largo de esos dos siglos, y aun más acá, esa literatura asturiana circula con éxito tanto en nuestra tierra como en las poblaciones del resto de España en que viven asturianos: de forma oral en ocasiones, mediante copia escrita en otras. Puede comprenderse que esos modos de transmisión, el tiempo y los caprichos personales originarían variaciones en las copias.

Sólo en 1839 algunos de esos textos ven la luz a través de la imprenta. El responsable es Caveda y Nava, hijo de uno de aquellos camaradas de don Melchor Gaspar. Caveda y Nava tuvo, sin duda, a su disposición para ello muchos de los manuscritos que la generación anterior hubo de reunir para su frustrada obra asturianista. Con ellos y de acuerdo con sus criterios y selección, con su canon estético y lingüístico, dio a luz el citado florilegio.

Recientemente ha aparecido un manuscrito de "El caballu", un poema de 1707 debido a Bernaldo de Quirós, que ha permitido reinterpretar o releer algunos pasajes de la composición publicada en 1839 en la antología cavedina. Pero no les quiero hoy hablar de esas cuestiones filológicas que acaban de aparecer en un texto editado por la editorial Saltadera. Lo que quiero es ofrecerles algunas perlas para que se animen a leer (en cualquiera de sus versiones) esa joya literaria.

"El caballu" se presenta como una epístola en que el emisor trata de convencer a su destinatario, don Pedro Solís, Alferi Mayor d'Uviéu (digamos, una especie de Delegado del Gobierno de aquellos tiempos, ¡Jesús!) para que le compre el caballo que él ya no puede utilizar por encontrarse medio baldado. La hipérbole, la ironía, la gracia y, sobre todo, la creatividad lingüística (metáforas, juegos de palabras) y el ingenio inundan el texto. (Por cierto, para ayudar a nuestros visitantes veraniegos y facilitarles la comprensión de los versos, doy alguna traducción entre corchetes).

Vean cómo se refiere a la enfermedad de estómago que padece el destinatario: "El que tien enes coraes, / un macón de sacaveres / y un camberu d'allacranes" [camberu, 'pincho largo donde se espeta la pesca`]. Y de esta forma un tanto esperpéntica describe al anterior propietario, un comandante de húsares tan fiero que "home, que colos bigotes / escobía los gabanes, / y con sangre de cristianos / suel esproñase les barbes" [esproñar, 'remoyar`].

El propietario-emisor no duda en burlarse de sí mismo: el caballo, dice, tiene las narices tan anchas como él mismo, pero no tan largas, ya que si así fuese, "non sería / potru, sinón ellefante". Y quiere vender la montura no porque fuese culpable ésta de haberlo tirado cuando lo hizo, sino porque quería gastarle a él una chanza, "y yo n'esto de trebeyos / cayo lluego, como fráxil" [trebeyar, 'xugar los neños`, pero asimismo 'practicar xuegos sexuales'].

Las habilidades del animal, pondera quien lo quiere vender, son maravillosas. Así, "tañe a la puerta y s'afinca / de xinoyos a les dames" [de xinoyos es el castellano 'de hinojos'].

Pero donde la creatividad lingüística es impresionante es en la descripción y enumeración de las virtudes del caballo: "Cuando espirria [tuse], los bufidos / dan fumarades de sangre, / polvorinos de rellumbres, / borronaes [aborronar, 'quemar la maleza`] d'alquitranes". Y es valiente como ninguno: "Non tema, non, que s'espante, / anque una vez s'aparezca / toda la güestia delantre". Y, con ironía: "Una migaína enrisca / el rabu sin remoscase ['enfadase`], / que el dir col rabu ente piernes / ye consiña de cobardes". Y, dada su potencia: "No hay regodón que non fraye / y de les llábanes mesmes / quier arrincar les entrañes. / Bofetones da a les piedres / que les estriza en migayes. / Non hay cai que non esñice, / nin campera que nun salle, / nin portiella que non blinque, / trabancu que non algame, / sucu que nun apechugue, / fondigón que non reblague".

Y concluyo con su velocidad. ¡Fíjense qué maravilla metafórica y eufónica la de ese "duviellu [ovillo] cuadrupedante"!: "Si les ixargues i aguíen ['aguijonean`], / parez que devana el aire / en un veloz frenetible / duviellu cuadrupedante".

Espero que les haya prestado con esta muestra y que baste para incitarlos a leer y apreciar esta joya clásica de "El caballu".

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