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Clave de sol

El viento de la cordura

Ante el estancado panorama político que nos aflige, vienen a la memoria escenas de una antigua película que muchos recordarán. La acción empieza con la oferta de una plaza de niñera que atrae el interés de una sórdida multitud de mujeres en cola frente a la casa familiar. En esto, aparece por el tejado una chica vulgar, con su maleta, que desciende sobre el jardín empuñando un gran paraguas a modo de paracaídas.

El efecto es fulminante: una especie de repentino tornado barre toda la fila de aparentes brujas entre un revuelo de trapos y de escobas. Es el triunfo del acierto con aquello que los pequeños reyes de la casa necesitan. Seguirán escenas antológicas, que permiten a los protagonistas flotar en el aire o hacer reír a un anciano banquero.

Hablo, claro está, de "Mary Poppins". Me han venido al recuerdo estas divertidas imágenes como un espontáneo paradigma de la solución radical a un problema enquistado como la deteriorada situación política nacional y su posible y urgente remedio.

Con el consecuente desiderátum, no sé si justo, de que el viento de la cordura se llevara por lo menos a tres o cuatro líderes políticos para dar lugar a un renovado planteamiento. Que no sea, está claro, un conjunto de ególatras personalistas encastillados en sus estériles posturas.

Jóvenes llenos de ambiciones personales, sin otro bagaje que su intrepidez y su locuacidad, han irrumpido con fuerza distorsionando un bipartidismo que había funcionado bien durante décadas. Les han beneficiado una serie de debilidades de los dos partidos emblemáticos de derecha e izquierda, entre ellas la extendida corrupción y algunas infidelidades. No se sabe si aún estamos a tiempo de que nos salve un ventarrón.

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