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Honor a una insigne figura

Muestras del afecto ciudadano que el ilustrado Jovellanos se ganó en su villa

Tal día como ayer hace 125 años fue inaugurada la estatua de Jovellanos: un seis de agosto, porque en tal día de 1811 había llegado Jovellanos a su villa natal después de diez años de ausencia tras su destierro en Mallorca, su estancia en Jadraque, su paso por la Junta Central y su estancia en Muros. El día 5 de agosto de 1811 los señores justicia y regimiento de Gijón habían acordado "siendo noticiosos los sus vocales que se acercaba la venida a esta villa del Excmo. Sr. Dn. Gaspar Melchor de Jovellanos que los cuatro Regidores que en el día ejercen acompañados de su merced el señor presidente excelentísimo [juez noble] y fieles porteros pasen a cumplimentarle en bienvenida reunidos en Cuerpo formal a nombre del Ayuntamiento".

Pero aquel recibimiento formal se convirtió en un homenaje popular, el más multitudinario y espontáneo de sus paisanos en vida. Ayer, pues, se cumplieron también 205 años de aquel recibimiento caluroso, popular y entrañable, entre vítores y aclamaciones. Pocos días después de la inauguración de la estatua, la plaza, llamada hasta entonces del Infante, tomó el nombre de Seis de Agosto.

La tradición había consagrado ya esa fecha, cuando apareció una carta en la que Jovellanos dice haber llegado a Gijón no el seis, sino el siete de agosto. Sin embargo, los gijoneses no han cambiado por ello la fecha del homenaje, ni el nombre de la plaza; se sigue honrando a Jovino todos los años en este día y en este lugar. Tal vez porque aunque no fuera cierta la fecha del regreso de Jovellanos que la tradición consagra, bastaría con ser la fecha en que Gijón y los pueblos de habla hispana levantaron la estatua, dando lugar a un cúmulo de actos y celebraciones, a unos faustos en su honor nunca vistos.

La primera vez que el ayuntamiento gijonés había honrado a Jovellanos fue también para darle un solemne recibimiento. El 1 de abril de 1782 los señores Justicia y Regimiento nombraron "caballeros comisarios que saliesen a recibirle y felicitarle con motivo de su venida en nombre de este Ayuntamiento, ofreciéndoles todas sus facultades". No contentos con ello acordaron dirigirse a él "suplicándole se sirva honrar a su amantes compatriotas poniendo por su mano la primera piedra" del Arco o Puerta de la Villa, en el mismo lugar donde hoy se alza su estatua, lo que tuvo lugar el 15 de septiembre de 1782.

Otras muchas más veces honró Gijón a Jovellanos en ocasiones tan especiales como fue la inauguración del Real Instituto de Náutica y Mineralogía para cuyo acto acordaron: "darle a dicho señor las más atentas y debidas gracias", nombrar dos regidores "para que en su nombre se las den y concurran, con su merced, al acto de apertura el día señalado", nombrar asimismo otros dos regidores para que hicieran "aquellas demostraciones públicas que corresponden con atención a la posibilidad presente del Ayuntamiento" convidando al público "para que concurran a ella por su parte a efecto de autorizarla más, y manifestar el reconocimiento al beneficio que recibe este Principado y señaladamente esta villa y su concejo". Y fue, en efecto, el 7 de enero de 1794 un día de manifestación y reconocimiento popular, como no podía ser de otra manera.

El 21 de octubre de 1797 llegó al ayuntamiento la noticia del "nuevo empleo de embajador con que S. M. (que Dios guarde) se ha servido condecorar al Sr. Don Gaspar Melchor de Jovellanos", la cual "exige de sus paisanos todas las demostraciones de afecto y júbilo". Se verá entonces reflejado en las actas de ayuntamiento el sentir del pueblo: "No hay vecino -leemos- que no se halle con mas deseo que posibilidad en cumplimentar al nuevo embajador; y esperan todos de este Ilustre Cabildo acepte gustoso tan nobles como justos sentimientos, los excite y mueva". Nombrado al poco ministro de Gracia y Justicia, Jovellanos antes de partir a la corte, el 12 de noviembre de 1797, pondrá la piedra de la nueva casa del Instituto, será otro acontecimiento de digno recuerdo en los anales de la villa.

Nueve días después, el 21 de noviembre de 1797, partido ya Jovellanos a la corte para tomar posesión de la secretaría de Gracia y Justicia, a modo no de recibimiento sino más bien de despedida, la Justicia y Regimiento de la villa y concejo de Gijón acuerda unánimemente, "se coloque su retrato con la decencia que le es debido en estas consistoriales: así lo espera del ayuntamiento para dar por este medio testimonio de su afecto y gratitud". Encargaron al profesor de dibujo del Instituto, Ángel Pérez, una copia del retrato de Goya que hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Asturias y entonces estaba en su casa natal, por lo que fue preciso tratar con su hermano Francisco de Paula "Alférez Mayor de este ayuntamiento a fin de suplicarle se sirva franquear el retrato de dicho excelentísimo [señor]".

Terminando el retrato se determinó el día 29 de junio de 1798 "para su colocación pública y solemne [...]; día -leemos- en que el Ayuntamiento debía de juntarse para asistir en la iglesia parroquial a la celebración de la fiesta del Apóstol San Pedro, su Patrono y Titular". Al acto asistieron las autoridades y personas distinguidas y de estilo, pero además "de todas clases que han querido tener parte en la función por el común interés que mereció siempre en este Pueblo el Señor de Jove Llanos". Fue el más solemne de los homenajes en su ausencia. Jovino lo agradeció mediante carta con este ofrecimiento: "mis conocimientos, mis tareas y mis facultades -dirá- se dedican desde hoy al respetable cuerpo que tanto me distingue y se emplearán en cuanto fuere de su interés y en el de su pueblo que tan tiernamente debo amar". Y aunque hubo otras ocasiones para que el ayuntamiento manifestara su agradecimiento y diera sus parabienes, como cuando fue nombrado representante de los asturianos en la junta Central, no hubo otros acontecimientos de mayor relevancia que éste.

Muerto Jovellanos, Domingo García de la Fuente, su mayordomo y albacea testamentaría traerá en 1815 sus restos de la iglesia de Santa Marina de Puerto de Vega a la de San Pedro de Gijón. Hubo en su honor unas solemnes honras fúnebres presididas por el ayuntamiento. Comenzará la cuenta atrás para levantarle un monumento. En 1842, se hizo una suscripción que se pensaba ampliar a Europa y América, pero nada se logró al respecto. En 1852, a instancia del alcalde, Antolín Esperón, se hizo un boceto realizado por el escultor honorario de cámara de Madrid, Sabino de Medina y Peña, que representaba a Jovellanos de pie con toga y unos papeles en la mano, que estuvo archivado un tiempo en el ayuntamiento. En 1865 se promulgó la famosa ley de 4 de julio cuyo artículo 1º decía: "Para honrar y perpetuar la memoria de D. Gaspar Melchor de Jovellanos se levantará una estatua semicolosal de bronce en el punto de la villa de Gijón, que el Gobierne de S. M. considere más conveniente. La Real Academia Española determinará la inscripción que haya de ponerse en este monumento".

Pasaron los años y la ley no se cumplía hasta que en 1880 los gijoneses encargaron la tarea a Hilario Nava Caveda y Acisclo Fernández Vallín. Se hizo una suscripción. Respondieron al llamamiento la Princesa de Asturias, los presidentes del Congreso y del Senado, la Diputación de Asturias, la Universidad de Oviedo y el homenaje se hizo nacional, y aunque se pensó en un principio que no figurasen países extranjeros, como Fernández Vallín era Secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores y mantenía contacto con los países hispano-americanos se extendió la suscripción a los pueblos hispanos, a los que no podía considerarse ni mucho menos extranjeros. Así, los pueblos de habla hispana levantaron este monumento, hace 125 años.

Si hubiéramos de adornar el basamento de la estatua con letras latinas, como lleva la estatua de Pelayo, bien cuadrarían en él, a juzgar por el constante y permanente homenaje con que todos los años los gijoneses honran a Jovino, aquel verso de Virgilio: "semper honos nomenque tuum laudesque manebunt (Siempre permanecerán tu gloria, tu nombre y tus loores)".

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