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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Ciudad de compañía

De manera que en Gijón hay censados, según la estadística oficial, 39.675 perros, más que vecinos en El Llano. Y pese a ello, no es esta ciudad una de ésas en las que predominan las malas pulgas. Los gijoneses son buena gente, abierta, hospitalaria, como corresponde a los habitantes de una ciudad portuaria, una "città aperta" al modo de Rossellini. Sorprende que en Gijón, sin embargo, el número de gatos sea tan bajo -1.379 según la misma estadística-, aunque los registros no cuentan los gatos vagabundos que merodean por los contenedores y los vertederos, sino los que podríamos denominar los "aristogatos", con comida y cama.

Hay, por tanto, en esta ciudad un gato por cada 28 perros. Lo cual confirma que el mejor amigo del gijonés no es el gato sino otro gijonés. En eso no se parece Gijón, que llamaron antaño la Pequeña Londres, a Nueva York. En una de sus crónicas periodísticas más celebradas, Gay Talese escribió que la ciudad de los rascacielos era un sitio frecuente de gatos que dormitan debajo de los coches aparcados, de dos armadillos de piedra que trepan la catedral de San Patricio y de millares de hormigas que reptan por la azotea del Empire State.

Pese al grandonismo frecuente de la terminología local, que tiene su expresión sonora en el altísimo nivel de decibelios de los chigres y locales públicos, la raza más extendida entre las mascotas caninas de Gijón es la del yorkshire terrier. Quién lo iba a decir, si al gijonés le va mejor dejarse ver por el Muro con un san bernardo, un gran danés o un dogo argentino que con un perro faldero.

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