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Presidente del Colegio de Geólogos

Biescas, un aprendizaje trágico

Sobre los riesgos naturales veinte años después de la tragedia del camping Las Nieves

Se conmemora estos días el vigésimo aniversario de la tragedia del camping Las Nieves en la localidad de Biescas (Huesca). El 7 de agosto de 1996 se produjo una de esas tormentas que, en el Pirineo, justifican la expresión "llover chuzos de punta". En un intervalo de tiempo muy corto (24 horas) la tormenta dejó 185 litros/m2.

Como consecuencia, los torrentes de Betés y Asó que desembocan en el barranco de Arás evacuaron grandes caudales de agua mezclados con barro, piedras y bloques. Esta riada fue contenida temporalmente por el puente de Yosa que hizo de tapón. La posterior rotura del puente dio a la riada un tamaño mucho mayor. El agua y el barro alcanzaron de lleno el camping (se alojaban unas 600 personas) situado sobre el abanico aluvial de este sistema de torrentes, en la margen derecha del río Gállego. El resultado fue de 87 muertos (de ellos, 27 niños) y 183 heridos. Desaparecieron familias completas que pasaban sus vacaciones en esta acampada.

El abanico aluvial de un torrente es una acumulación de sedimentos en su punto más bajo que adquiere una forma de medio cono, muy visible tanto en fotografías aéreas como desde una ladera opuesta. Se denomina también cono de deyección.

Los geólogos ya habían avisado, con anterioridad, sobre la peligrosa ubicación del camping y la posibilidad de que las riadas torrenciales afectaran al mismo. Sin embargo, las recomendaciones técnicas no se tuvieron en cuenta y el camping contaba con los correspondientes permisos administrativos. Diez años después, la Audiencia Nacional condenó al Estado y a la Diputación de Aragón: los hizo responsables de indemnizaciones por 11.265.987 euros.

Merece la pena destacar algunas consideraciones de la sentencia que declaró la responsabilidad del Estado (Ministerio de Medio Ambiente y Confederación Hidrográfica del Ebro) y de la Diputación General de Aragón. Se condenó a ambas administraciones porque "autorizaron o consintieron la instalación del camping en un lugar donde la previsibilidad del riesgo había sido advertida, por escrito y con carácter previo, por los técnicos". La Audiencia Nacional señaló la obligación que la Administración tiene de "servir al interés general entendiendo como tal la salvaguarda de la vida y la integridad física de los administrados y sus bienes". El Tribunal reprochó a los organismos condenados que "no estudiaran ni valoraran el entorno natural en el que se instaló el camping ni previeran los fenómenos naturales que podían repercutir en la integridad de las personas y sus bienes".

La catástrofe del camping Las Nieves puso de manifiesto la falta de cuidado y la poca responsabilidad con la que los poderes públicos trataban todo lo relativo a los riesgos naturales en España.

Los geólogos españoles llevábamos años clamando para que estos asuntos se abordaran con la debida sensatez, cordura y criterio técnico. No en vano, las catástrofes naturales provocan grandes pérdidas de vidas humanas y son muy costosas en daños materiales e indemnizaciones económicas que acaban pagando todos los contribuyentes.

En el caso del camping Las Nieves cualquier geólogo e incluso otros técnicos sin preparación geomorfológica podrían delimitar, con una simple foto aérea, la zona de peligro asociada al sistema de torrentes. Sin embargo, nada se hizo; nadie consideró los criterios técnicos y la tragedia tuvo lugar. A posteriori, se canalizó el torrente, escalonando la bajada por el interior del camping y por la zona media del abanico aluvial hasta la desembocadura en el río Gállego.

No obstante lo dicho, algo hemos avanzado en estos 20 últimos años. Así, el artículo 15 de la Ley del Suelo (Real Decreto Legislativo 2/2008 de 20 de junio) sostiene que "el informe de sostenibilidad ambiental de los instrumentos de ordenación de actuaciones de urbanización deberá incluir un mapa de riesgos naturales del ámbito objeto de ordenación". En román paladino, cualquier plan de ordenación del territorio tiene que disponer de mapas de riesgos naturales anexos.

Por esta razón, los geólogos españoles seguimos peleando cada actuación de la Administración en el ámbito de la ordenación del territorio y los planes generales de ordenación urbana para que se tengan en cuenta los criterios técnicos en el ámbito de los riesgos naturales. Un conocimiento exhaustivo del medio ambiente geológico que nos rodea y de los peligros que puede provocar, así como de las soluciones adecuadas para conjurarlos es lo que diferencia, al final, a una sociedad avanzada de otra que no lo es.

En efecto, una misma catástrofe es susceptible de provocar grandes daños en zonas no preparadas para afrontarla y daños mucho menores en áreas preparadas. Así, por ejemplo, el reciente terremoto y posterior tsunami de Japón (11 de marzo de 2011, magnitud 8,9) produjo la pérdida de unas 16.000 vidas. Por comparación, el terremoto y tsunami de Indonesia (26 de diciembre de 2004, magnitud 9,1) azotó a numerosas zonas costeras del tercer mundo y se estimaron unas pérdidas humanas en torno a los 450.000 muertos según Naciones Unidas. Tal es la diferencia entre estar preparados o no.

Inundaciones, deslizamientos de ladera, contaminación de suelos, características sísmicas, posibilidad de llegada de tsunamis a la costa, erupciones volcánicas, etc., son riesgos naturales que debemos estudiar, conocer y afrontar con medidas preventivas.

Una característica muy importante asociada a los riesgos naturales es su período de desarrollo. Habitualmente pasan largos intervalos de tiempo, iguales o superiores a la duración de la vida humana, sin que se produzcan este tipo de catástrofes. En el caso del camping Las Nieves, la riada tuvo precedentes: Los días 11 de junio y 15 de julio de 1929 dos fuertes tormentas inundaron la zona. El informe entonces realizado señalaba al barranco de Arás como el "abanico aluvial más problemático del valle del río Gállego". El intervalo de tiempo transcurrido hasta la tragedia actual es de 67 años, por lo que las anteriores riadas no estaban ya en la mente de las personas vivas residentes en la zona, salvo las muy mayores. Es la famosa frase de "esto no lo había visto en toda mi vida" que suele acompañar a las grandes catástrofes naturales. Sin embargo, ocurrió aquí y ahora. Y podría volver a ocurrir a medio plazo.

Por tanto, el estudio geológico, geomorfológico, etc., de una determinada zona, la planificación en la ordenación y en el uso del territorio, la preparación de medidas en caso de catástrofe, etc., son necesidades urgentes que los poderes públicos deben acometer. Nosotros, los geólogos, se lo recordaremos cuantas veces haga falta. Por nosotros no va a quedar.

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