La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Chispazos

Matar el tiempo

Quienes han sobrevivido a ella aseguran que tras la quemazón inicial por asfixia llega, en forma de caída, una sensación de calma previa a la pérdida de consciencia. La muerte por ahogamiento en agua dulce es más rápida que en agua salada. Puede durar entre dos y tres minutos. En el mar, se multiplica por tres.

Joaquín tiene noventa y un años. Y espero que cuando estas líneas se publiquen siga siendo correcta la utilización de la forma verbal en presente para referirme a él. Ayer me pidió ayuda para comprar un billete de metro. El euro con cincuenta lo puso él. Mi prisa se paró en seco cuando descubrí mi verdadera misión. "Por favor, llévame a un sitio con mucha agua, para poder ahogarme".

Joaquín, no lo sabía entonces pero lo supe después, no está solo en el mundo. Trabajó toda su vida en el campo, sacó dos hijas adelante y juzga haberlo hecho con dignidad. Cuando se decidió que no era capaz de seguir valiéndose por sí mismo, fue subido a un autobús rumbo a Madrid, para acabar sus días en casa de una de sus hijas. Localizada ésta por teléfono y siendo puesta al día de la situación, no hubo más respuesta que "llevo seis meses en paro, es mi tercer día de trabajo y no salgo hasta dentro de tres horas. No puedo decirle a mi jefe que me tengo que ir." (Joaquín, déme la mano, vamos a buscar ese agua). No fue mi insistencia, sino la de la policía local, lo que hizo entrar en razón a la mujer de que tenía un motivo de peso que su jefe podría, debía, entender.

Joaquín no tiene nietos, ni animal ni compañía. Por no tener, dice, no tiene ni pensión. Le enseñaron a ser productivo. A sacar a los suyos adelante. Su hija, sigue sus pasos. Adelante, productivos. Lo que nadie enseñó a Joaquín es a no tener quien dependa de él. A intercambiar los papeles. Se siente innecesario, un estorbo, perdido en una ciudad y en un paisaje que no son los suyos.

Sospecho que habrá más Joaquines en ciudades tanto de interior como de costa.

Hace poco leí en la prensa asturiana una noticia que alertaba sobre el descenso demográfico en la región previsto para la próxima década. Ochenta y ocho mil habitantes menos en el año 2029, debido fundamentalmente a la baja tasa de natalidad. Lo que se traduce en una población envejecida. Lo que se vuelve a traducir en una gran cantidad de abuelas y abuelos sin serlo, sin nietos que les den ocupación, forzosa, gozosa, y/o las dos cosas a la vez.

Sin nadie a quien contar su cuento, temo aparezcan más Joaquines. Condenados a matar el tiempo, que se antoja a veces más lento y doloroso que una muerte por ahogamiento, sea dulce o salada el agua.

Compartir el artículo

stats