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Doctora europea de Filosofía, directora de Cima & Holzenthal y traductora de Gustavo Bueno

El materialismo filosófico supera al idealismo alemán

Gustavo Bueno como creador del más completo y útil sistema de pensamiento

Podría decir que Gustavo Bueno es el Kant español. El filósofo español adoraba, a su manera, al filósofo de Königsberg, cuyas "Críticas" comparaba con sinfonías. Ambos construyeron sistemas filosóficos "sinfónicos". Diría que incluso la vida de Bueno, ese fin, tiene algo de obra musical. Pero con esta comparativa me quedaría corto. Lo cierto es que Bueno partía de Kant, pero también trituraba sus Ideas y las reconstruyó desde su propio sistema, el materialismo filosófico, y así superó a Kant.

Podría decir que Gustavo Bueno es el Hegel español. El filósofo español adoraba al autor de la "Fenomenología del espíritu". De hecho, en una de las habitaciones de la casa familiar riojana hay un dibujo de Hegel que uno de los compañeros de clase le regaló al pequeño Hegel de Santo Domingo de la Calzada. El sistema dialéctico idealista de Hegel queda superado por el materialismo filosófico del español.

Podría decir que Gustavo Bueno es el Marx español. Bueno era también uno de los mejores estudiosos españoles de las obras de Marx, en este sentido también marxista, -como podríamos llamarle aristotélico por haber estudiado al griego o platónico...- y ni en la época que más hablaba de las ideas de Marx fue de los dogmáticos, ni jamás confundía el marxismo con una religión secular. Ambos se pueden considerar materialistas, pero el alemán queda anclado en los esquemas hegelianos, aunque puestos al revés, mientras que el materialismo filosófico superó cualquier huella monista o dualista gracias a su pluralismo ontológico.

Desde luego, decir que Bueno es kantiano, hegeliano o marxista quedaría muy corto. Partía de todos los filósofos occidentales, hacía pedazos sus filosofías, salvaba lo que se podía y así algo de ellas queda incorporado al materialismo filosófico. De esta manera queda superado el idealismo alemán por el materialismo filosófico, para ponerle también un adjetivo nacionalista: el materialismo filosófico español. Porque sí es posible no sólo pensar, sino también hacer filosofía, y filosofía sistemática en español. No en castellano, en español (no hablamos de las "fermosas" flores del funeral de Carmen, sino de las flores hermosas). El mismo Bueno subrayó, en un artículo que le encargaron para el Anuario del Instituto Cervantes, que una filosofía española no sólo es posible, sino que existe desde bastante antes del idealismo alemán. El intelectual castellanohablante que defendía lo contrario fue un tal Ignacio Sotelo, en su momento profesor en la Universidad Libre de Berlín...

Lo que nos deja Bueno es el sistema más completo y útil que yo vea, no sólo en lengua española. Un sistema filosófico -nada fragmentario, sino sistemático- que se relaciona con todas las disciplinas. Bueno fue un sabio porque estaba al día en una enorme cantidad de ciencias. Además, sabía sintetizar y no perdía la vista global, la panorámica. Yo no alcanzo a encontrar a nadie que le haga sombra. Por eso, decir que Bueno sea el Kant, o el Hegel, o el Marx español no le hace justicia a Bueno, que los supera.

Ahora hemos de intentar superar la pérdida del magisterio del filósofo más importante de nuestro presente. Tuve la gran suerte de ser aceptada como una de las últimas discípulas directas de Bueno, recién retirado de la Universidad. Fue un honor estar en la inauguración la Fundación Gustavo Bueno y fue muy divertido viajar con la pareja Gustavo Bueno y Carmen Sánchez por Austria y Alemania para presentar mi traducción "Der Mythos der Kultur". ¿Quién se puede creer que Bueno lo primero que hizo cuando saludó al director del Instituto Cervantes de Viena era expresarle su preocupación de que se les hundiera el viejo suelo de madera de la biblioteca? En los últimos años he podido experimentar una recepción marcada de curiosidad, a veces sorpresa y generalmente de mucho respeto cuando manejo ideas del materialismo filosófico en el extranjero -sea en Viena, en Bremen o Maguncia, o en Bangkok.

El filósofo materialista nunca está solo, no se ensimisma. Gustavo Bueno Martínez no podría haber trabajado como lo hizo sin su resoluta y cariñosa mujer, doña Carmen Sánchez, sin su gran familia, o sin sus estrechos colaboradores desde los primeros momentos hasta hoy, o sin el apoyo y el intercambio de ideas con una cada vez más larga red de variopintos "materialistas filosóficos", que cada uno trabaja en sus campos. Lo que queda es una extensa (nunca suficientemente) obra escrita y filmada. Más esta creciente red internacional de estudiosos, de los cuales cada uno está dispuesto a revisar, una y otra vez, los esquemas, los "mapamundi", o sus reglas con los criterios filosófico-materialistas. Como solistas, dúos, tríos, cuartetos... u orquestas van a seguir interpretando y tocando, a veces afinándolo un poco, el instrumento puesto a disposición.

Símil aparte, nos espera continuar un trabajo permanente de usar la herramienta del materialismo filosófico para triturar mitos e ideas confusas, una labor absolutamente necesaria en el mundo actual para enfrentar los enormes problemas que nos acechan.

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