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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Trump, 10-Putin, 0

La capacidad de llegar a la opinión pública mundial del candidato republicano y el presidente ruso

Al Oeste, Donald Trump. Este Donald Trump es probablemente un tipo peligroso desde muchos puntos de vista. Por su desprecio hacia los emigrantes sudamericanos, por su ataque a los propios ciudadanos estadounidenses que profesan el islam, por su discurso violento en general.

Pero, asimismo, su presunta actitud futura, en caso de entronizarse como presidente de los EE UU, pone en riesgo a muchas naciones. Así, de retirarse de la OTAN, según preconiza, Europa carecería en la práctica de defensa y acaso obligaría a que tuviésemos que dedicar una parte mucho mayor de nuestro presupuesto a inversiones militares -tal como, al margen de lo que hiciesen los estadounidenses, reclama don Josep Borrell-, ya que, desde la Segunda Guerra Mundial venimos dependiendo fundamentalmente de los norteamericanos para nuestra defensa.

En general, la presidencia de Trump vendría a suponer un recogimiento de los EE UU sobre sí mismos, en todos los planos, no solo el militar, sino también en el económico. Anuncia, por ejemplo, la suspensión inmediata de las negociaciones del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre su país y Europa, lo que, supongo, hará las delicias de una gran parte de la izquierda clásica, los altermundistas, los antisistema y otros.

Tanto sus propuestas como su carácter y actitud han suscitado una notable inquietud en una parte considerable de los ciudadanos estadounidenses. Es más, algunas figuras destacadas del propio partido republicano -para el que ha supuesto un trágala su nominación como candidato a la presidencia- han alertado sobre él, lo mismo que han hecho importantísimas figuras de la empresa y la economía, tal, recientemente, Warren Buffet.

Pero el rechazo y temor a su persona -algunos lo califican como un loco en cuyas manos el maletín nuclear nunca debería estar- no se circunscriben a los EE UU. No hay día u hora en que las redes sociales, los periódicos, la trashumancia tertuliana no nos alerten sobre el peligro de Donald Trump y critiquen sus actos y propósitos. Incluso en la calle, no es infrecuente encontrarse con comentarios de rechazo, horror o temor hacia su persona.

Al este, Vladimir Putin. Un tipo autoritario e imperialista a quien no le importa chantajear en pleno invierno con la energía a los países que suministra; que se ha apoderado por la fuerza de Crimea, que ha soltado a sus perros de presa armados para hacerse con la parte rusófila de Ucrania; que interviene en Siria bombardeando a los enemigos de Bashar Assad, el dictador sirio. Todo ello, fundamentalmente, para defender sus bases militares en el Mar Negro y el Mediterráneo y así consolidarse como una potencia en la zona con capacidad expansiva y de influencia.

Todas esas actuaciones se han producido sin protestas en el interior de Rusia -más bien con entusiasmo en la opinión pública- y con apenas repercusión en la opinión del resto de Occidente: apenas una crítica o una mención en las redes sociales, entre la trashumancia tertuliana, en los medios de comunicación. Y si las hay, no llegan a nadie, se agostan apenas emitidas. Y en este sentido, contrastan la tolerancia o indiferencia con que se ven sus actos -sus reales actos, sus disparos, conquista y bombardeos-, la ignorancia que los envuelve, con la "popularidad" con que la figura de Trump y sus sólo por ahora verbales o temidos peligros son recibidos. En este sentido, no cabe duda de que si se tratase de un concurso sobre la capacidad de llegar a la opinión pública mundial o de alertarla, Donald Trump ganaría a Vladimir Putin por un contundente 10 a 0.

Y es que la vista de Occidente y sus democracias debe de padecer defectos de visión o, tal vez, estar constituida por un solo ojo, como la de los cíclopes. En cualquier caso, da la impresión de que está imposibilitada para dirigir su mirada hacia el orto del sol, y que está habilitada únicamente para escudriñar hacia el ocaso y en sus propias entrañas. Porque no parece tampoco que sea capaz de ver el golpe o postgolpe de Erdogán (ese sostén de la zapaterina "Alianza de Civilizaciones"), que en quince días ha limpiado a más de cien mil personas: profesores, funcionarios, militares, jueces..., todo aquel que se encontraba en las listas previas de "desafectos" al régimen. ¡Menos mal que se trata del islamismo moderado!

Y ya verán lo que viene detrás. Es decir, no lo veremos porque no disponemos de la óptica necesaria para suplir nuestras carencias de vista.

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