Amigo lector, si tiene entre sus manos este comentario y previsto cenar en alguno de los establecimientos de Gijón mañana antes de la medianoche de los fuegos, ni lo intente: no hay una sola mesa disponible. "Lo siento, estamos completos" es la respuesta habitual desde hace varios días al otro lado del teléfono en restaurantes y sidrerías: lleno absoluto. De manera que ajo y agua. ¿Habrá jornada más generosa que la de la próxima noche en esta ciudad para hacer caja? Y para comer el lunes, casi tres cuartas de lo mismo: quien quiere parrilla, a San Lorenzo, que dicen los meteorólogos que vamos a tener un par de días más de verano como Dios manda. Esto es, de sol y playa, elevadas temperaturas y échame un culín, Manín.
Van a tener los hosteleros esta Semana Grande una cuenta de explotación de medalla olímpica. Así no es de extrañar que, como estamos todos de pasar por el aro, los responsables de Pirotecnia Pablo, los cangueses que llevan ya unos años iluminando el fin de fiesta de la Semana Grande, hayan diseñado un espectáculo basado en los Juegos, con los colores del podio de los clubes deportivos señeros de Gijón: el Sporting, el Mavi La Calzada y el Hostelcur. Decida cada cual el orden de las preseas.
Estos tipos de Cangas del Narcea son la traca. Y se han ganado a pulso que se les contrate la pólvora un año más. Hay que reconocerle al equipo de Moriyón, al que en tantas ocasiones criticamos la ausencia de luces, que se haya apuntado un acierto con la iluminación, tanto en Navidad como en la estruendosa noche de agosto que alumbra el fin de fiesta de Gijón.
