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Carmen Pérez Novo

Prevenir el deterioro del envejecimiento (II)

Pautas de alimentación y de ejercicio para evitar el desgaste físico

La semana pasada les decía que en nuestras manos está el prevenir el deterioro físico y psíquico que conlleva el paso del tiempo. Tan sólo tenemos que consumir alcohol de forma moderada, dejar el tabaco, relativizar los sinsabores de la vida y, sobre todo, mantener un peso adecuado, haciendo ejercicio físico y cuidando la alimentación, para lo cual tenemos que:

1) Consumir ácidos grasos omega 3.

2) Tomar té verde. Es una fuente rica en antioxidantes, nutrientes y minerales.

3) Ejercicio físico. Los neurólogos han descubierto que incluso el ejercicio moderado, como caminar 40-45 minutos tres veces a la semana, puede mejorar la conectividad de los circuitos cerebrales, disminuyendo el deterioro de la función cerebral, debido al envejecimiento, e incluso aumentar las habilidades cognitivas.

4) Ingerir alimentos que dan impulso al cerebro. Las nueces, por ejemplo, son una rica fuente de magnesio, un mineral que se ha relacionado con mejoras en la memoria a corto y largo plazo. El brócoli mejora el rendimiento cognitivo y la capacidad intelectual. Las semillas de calabaza proporcionan cinc, fundamental para mejorar la memoria y habilidades de pensamiento. Los arándanos contienen antocianinas, antioxidante compatible con la comunicación neurona a neurona en el cerebro, y pueden ayudar a prevenir la pérdida de memoria. El chocolate negro se ha demostrado que aumenta las características cerebrales de atención y concentración. Verduras de hoja verde, espárragos, aceitunas y granos enteros también están llenos de vitamina E.

5) Escuchar música. De hecho, la escuchamos cuando hacemos ejercicio, ya que energiza y se involucra en nuestros cuerpos. También cuando queremos descansar, ya que suaviza y calma. Pero ¿hay que escucharla cuando queremos hacer un cambio real en nuestra función cerebral? En un estudio de 2011, llevado a cabo en un hospital de Nueva Zelanda, 40 pacientes fueron asignados a un grupo en el que escucharon música instrumental antes, durante y después de una intervención quirúrgica. Los investigadores encontraron que durante la operación los pacientes tuvieron niveles más bajos de cortisol, muy importante, ya que se ha descubierto que puede desencadenar cambios a largo plazo en la estructura y función del cerebro. Por otra parte, también se ha demostrado que la música clásica ayuda en el desarrollo de mejores niveles de concentración. Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Dayton (Ohio) encontró que los estudiantes tuvieron un mejor desempeño en el procesamiento espacial y lingüístico cuando escuchaban música de Mozart.

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