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Sol y sombra

Bad news, good news?

Se suele decir que el pesimismo es una consecuencia del optimismo bien informado. No siempre sucede de esta manera. Julian Simon, además de un economista con información suficiente, era un optimista capaz de acertar con sus predicciones. En medio de la conmoción por el encarecimiento del crudo en los años setenta dijo que el precio del petróleo acabaría bajando. Así fue. El petróleo bajó de precio, volvió a subir y también a bajar.

Simon anudaba corbatas de colores chillones y se enfrentó a los apocalípticos de siempre manteniendo hasta poco antes de morir que las condiciones de vida para la mayor parte de los países seguirán siendo cada vez mejores. Probablemente no todo el mundo, a tenor de su sufrimiento personal, tenga la misma perspectiva de los hechos ni piense lo mismo. Tampoco todos están de acuerdo con Steven Pinker cuando se refiere al declive de la violencia y mantiene que nunca ha habido menos guerras y genocidios que en la época actual.

Sin embargo las estadísticas cortas se enfrentan a diario a los optimismos razonados que combaten la melancólica idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Las leemos a diario: la amenaza del terrorismo, más crímenes raciales y domésticos, el estancamiento de la economía, etcétera. Cualquiera de estos argumentos podría considerarse suficientemente deprimente y hasta desolador sin una perspectiva que permita contrastar el mundo de hoy con el de ayer. Tampoco resulta fácil conformarse con la historia cuando el presente sacude con virulencia.

Arcadi Espada traía el otro día a colación y a propósito de Julian Simon el "efecto demoledor de las estadísticas cortas" en el periodismo. Bad news, good news es probablemente el adagio que históricamente ha impedido a este oficio prosperar en sus análisis. A falta de una perspectiva temporal adecuada le ha hecho vender periódicos.

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