Los cursos de La Granda acaban la última semana de agosto, este año con cuatro días (23-26) dedicados a un apasionante tema interdisciplinar: "Víctimas y mártires. Aproximación histórica y teológica al siglo XX".
¿Quién escribe la historia? Normalmente los vencedores en las batallas de las armas y/o de las ideas. De ahí que los criterios más al uso para intentar comprender el desarrollo de la peripecia humana en el tiempo sean también casi siempre del orden de la fuerza y del poder.
Pero el siglo XX ha sido el siglo de la víctimas. Se cuentan por centenares de millones los inocentes que en esas décadas pagaron con sus vidas las pretensiones de los poderes dominantes del momento en guerras civiles, guerras mundiales, genocidios, hambrunas de causa política, deportaciones, etc. ¿No habrá llegado ya el tiempo de que alguien escriba de verdad la historia desde el punto de vista de las víctimas?
El libro del Apocalipsis, el último de la Biblia, era ya, en el fondo, algo así: una lectura de la historia desde las víctimas, desde los mártires cristianos de aquellos primerísimos tiempos. En el origen de la fe cristiana se halla la figura de un mártir, el Inocente que se unió libremente al camino de las víctimas para quebrar así divinamente la lógica de una historia humana escrita con los trazos de la violencia. Pero ni siquiera la historia de la Iglesia se escribe todavía con la consecuencia necesaria desde el punto de vista de los mártires de Cristo; menos aún, la historia general de la Humanidad.
El diálogo de La Granda entre historiadores y teólogos promete ser apasionante: ¿por qué ha sido precisamente el siglo XX la época de las víctimas y de los mártires? ¿Qué lecciones nos enseña al respecto la historia? ¿Qué se puede aprender de la antigua historiografía cristiana que no silenciaba a las víctimas de la fe? ¿Cómo perfilar una teología del martirio a la altura de este tiempo? ¿Cómo escribir una historia que ayude a abrir caminos de paz?
Agradecemos a los quince profesores de los Estados Unidos, de Rusia, de Francia y de varias universidades españolas que han respondido con entusiasmo y generosidad a nuestra invitación para este coloquio estival, que bien podría abrir nuevos caminos en asunto de tanta relevancia para la Iglesia y para la Humanidad.
