Composición de lugar: a la Iglesia española de posguerra, con templos atestados y catolicidad supuestamente general, ha sucedido hoy otra minoritaria con feligresía de cabecitas blancas (y alguna calva) junto a unos pocos jóvenes intrépidos seguro que con fe a prueba de bomba. Escasos curas, muchos de edad provecta, y seminarios con un puñadito de alumnos... Panorama muy esquematizado.
Con esto asisto al palo de mi admirado colega Antonio Parra Galindo que el domingo aquí mismo ponía sobre el tapete una carta muy cruda con este titular: "España se paganiza". En ella escribe: "Las fiestas de los santos se han convertido, desde el primer chupinazo hasta (?) septiembre, en una gran bacanal". Eso dice y mucho más sobre desmadres en romerías y ciertas folixas desprovistas de su sentido religioso. ¿Exagera Parra?
Por cierto, ¿quién es Parra?... Yo se lo diré: un veterano compadre del oficio, segoviano de origen y pixueto de adopción, que fue corresponsal en Londres y en Washington, miembro como uno mismo de la madrileña asociación profesional, jubilata de prestigio y autor de varios libros de éxito. Políglota y hombre de mundo por añadidura.
Su aludida carta sintetiza con puntería una queja de fondo por la manifiesta decadencia del sentido religioso entre nosotros: España se descristianiza, asegura, las fiestas de los santos se han desvirtuado, las rutas jacobeas pierden su sentido penitencial? No sé si Parra carga algo las tintas en la forma, pero en el fondo creo que tiene razón. En esa línea de intención estaban mis comentarios de unos días atrás sobre nuestros festejos de verano.
De paso, uno se pregunta qué fue de aquella iniciativa papal del Atrio de los Gentiles. Pero España, folclores y fetichismos aparte, es ya sin duda país de misión como se dijo de Francia cuando los curas obreros. Los cristianos de aquí estamos dormidos y encima, mal vistos. No sé si declarados a extinguir.
