Ha dicho Morgan Freeman que el secreto de preparar un papel consiste en leerse el guión. Sorprende que algunas noticias tengan tan poco sitio en los medios. Si el secreto de Freeman tuviera aplicación en España, las consecuencias serían revolucionarias. Aquí, el método es el opuesto. Primero se interpreta, luego se lee si hiciera falta. Si lees, te haces más precavido: mal asunto. Supongamos, por ejemplo, que el guión dijera que vamos a tener unas elecciones en diciembre. ¿Cómo lo leemos? Supongamos que las encuestas indican que los partidos políticos van a tener unos resultados parecidos a los que han tenido antes, lo que les permitiría repetir el guión por Navidad. Tendría sus ventajas: en tiempo de elecciones se produce un ilusionismo en virtud del cual todos los electores seríamos niños y todos los políticos serían Reyes Magos. Solo que son los Reyes Magos los que dicen lo que te van a traer. Si el PP sigue como hasta ahora y el PSOE también, ¿por qué no anunciar ya mismo elecciones en primavera y en otoño del año que viene y convertir las elecciones de España en una atracción estacional, un festejo como las fiestas del vino o del tomate, o esas danzas que se montan los hippies en Stonehenge cuando llega el solsticio? Cuando un problema se alarga, no hay que concentrarse en el hic et nunc. No, no, no. Hay que tener visión de futuro.

El PSOE tiene un problema: no se siente a gusto consigo mismo. En sus años buenos, no se dejó arrebatar el canon de la izquierda. La gravedad didáctica de Anguita no pudo con aquel PSOE liderado por hinchas del Betis. Ni con la derecha ni con los comunistas, decía Felipe González con firmeza que, evidentemente, nadie heredó. Con eso bastaba para dejar a los otros en la cuneta y convertir el famoso sorpasso en una fantasía. Ahora ya no es así. El PSOE duda de sí mismo, vale decir que cree que hay alguien más guay que él en la vecindad, y que solo en la similitud a ese alguien a quien admira hay esperanza. Ese es el núcleo del gran cambio político que venimos padeciendo. En el ordenador del PSOE hay un virus de inseguridad. Todas las mañanas, cual moderna Blancanieves, el partido socialista le pregunta a su espejo mágico si la izquierda que mola es la suya. El espejo no contesta, o no se hace oír, o tiene un guión que los socialistas no saben leer. La firmeza con la que los dirigentes socialistas expresan su rechazo a Rajoy, probable devoto de Santa Rita y mal lector de guiones, contrasta con su inseguridad balbuciente cuando desde otro lado les llaman a perseverar en el progreso. Esa flaqueza le cuesta al partido socialista su tribulación actual. Y futura también. Leer el guión, Freeman dixit. Hay gente que no aprende nunca.