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Catedrático emérito de la Escuela de Ingeniería de Minas de Oviedo

Playas, dunas, basuras y brumas negras del litoral

El litoral tiene un ciclo geodinámico marcado por la formación de taludes (acantilados-plataformas), espacios arenosos (playas), zonas de cantos y lodosas (rías fluviales). Los materiales areníferos, de cantos y lodosos son residuos acumulativos de la acción de las mareas, actividad fluvial así como de la fuerza eólica (vientos) y movimientos eventuales del subsuelo litoral. Las arenas integradas en la magnificada forma de ocio marino o playas resultan de equilibrios temporales, derivados de la erosión mecánica y eólica. Tales arenas-lodos se extienden sobre la plataforma de mareas y sus complejos oleajes (eólicos, térmicos y sísmicos); los excesos son arrastrados -especialmente por el viento- hacia la parte de atrás de la línea litoral formando amontonamientos activos de las mismas, conocidos como "dunas" o campos de dunas; conexos con ciertos ámbitos de playa. Estas zonas actúan cual muros movedizos de estabilización de las arenas, activadas por la conjunción del oleaje y la acción del viento (superficial y submarino). Conservar y entender una playa es conocer la dinámica de sus arenas, en el lecho acuoso de las mareas, oleajes y dinámica de vientos regulares o tormentosos (microsísmicos y termoeléctricos). Valorar sus cualidades salutíferas es el resultado de cuantificar cualidades térmicas, limpieza así como la presencia de micro-arenas y otras partículas volantes agresivas; no menos importante resulta ser controlar la limpieza añadida por las "medusas de residuos", generadas desde las actividades de servicio, al "?ocio"; sobre activadas en estos ámbitos del adorado (económicamente) desarrollo turístico.

En las zonas litorales civiles, muy urbanizadas, portuarias e industrializadas, con mayor o menor ordenamiento ambiental, se generan residuos de fragmentación diversos (sólidos, líquidos y gaseosos), que pueden ser acumulados o activados sobre su línea de costa y atmósfera, brumosa o no, más inmediata. Llegan a constituir a manera de "dunas negras" -sucias- y "brumas temporales" meteorológicas ennegrecidas "por residuos apilados, sedimentados, gases movilizados naturalmente o emitidos desde artilugios de industrialización-urbanización (chimeneas-emisiones marinas-alcantarillados de distinta entidad). Generalmente no se consideran debidamente o menosprecian. Las dunas arenosas libres son conocidas y tratadas ambientalmente, tanto en sus aspectos conservacionistas como de protección de sus ámbitos activos. Los espacios de "dunas negras" y sus alrededores están más descuidados, quizá por ser valorados como focos de desarrollo, considerados primordiales, para la moderna y modernizada sociedad, "consumista y consumida"; por el de ocio, industrialización y desarrollo urbano excedido sobre los complicados ámbitos litorales.

En este momento las costas deben, en sentido amplio, regular y proteger los (1) ámbitos de playas-dunas libres; más aún (2) los espacios del desarrollo que puedan generar "dunas negras" con sus aureolas y brumas ennegrecidas. Compaginar el equilibrio de las dunas arenosas y evitar la aparición de dunas negras y ennegrecimientos brumosos de cualquier entidad es la nueva y difícil función referida al medio integrador del litoral y sus espacios turísticos, urbanos, industriales o portuarios, emplazados en litorales orográficos con geodinámica propia, modificada por la "presión" de los desarrollos mencionados. Se puede conseguir: con estudios, inversiones importantes y permanentes, así como mediando sacrificios de ordenamientos colectivos. Referidos a la dosificación del bienestar posible naturalmente, y el requerido de estos ámbitos litorales, tras la precisa valoración del desarrollo y bienestar que se desea facilitar. Asturias litoral en su totalidad y Gijón, por circunstancias especiales, se lo deben plantear con permanente y redoblada firmeza. No conviene ennegrecer el litoral con excesos sean culturales, turísticos o industriales no bien controlados; sin la contrapartida de tener (aplicar, explicar) los correspondientes protocolos para la detección, control y "actuaciones semafóricas"; dentro de las diversificadas y peculiares emergencias que surgirán -más o menos- pero siempre en la medida que los protocolos se descuiden o banalicen, cual sucede permanentemente en cada ciclo estacional, con diversas intensidades, ya sean cíclicas o catastróficas de diversificadas capacidades destructivas.

La "hidroterapia litoral" y sus patologías debe de ser reinterpretada. La "geotecnia costera" y de sus neoambientes consecuentes con el desarrollo, reconsiderados ampliamente. La aureola activa con el continente líquido marino-oceánico necesita más complicidad y estudios universitarios globales, equilibradores de su explotación económica. No será malo recordarlo, como reflexión responsable, para el transcurrir del "periodo 'expropiatorio' estival" en curso, relacionado con el respeto profundo debido hacia tal ámbito, tan productivo como peligroso. El litoral asturiano, como el nacional tienen sus citados riesgos y patologías. El globalizador, de las "migraciones turísticas" desambientadas, hacia litorales acogedores, pero mal protegidos para sus habitantes y menos respecto a visitadores "ocioficados" en naturalezas complejas como la litoral; muro del hacer oceánico y "deshacer vivencial del desarrollo; por global puede y resulta ser incontrolable o catastrófico, incluso megacatastrófico en demasiados casos cíclicos y de riesgos inducidos eventuales.

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