Ahora se trata de presentar aquel terrible octubre de 1934 como una gran gesta digna de recordar... y sólo desde la óptica revolucionaria. La realidad de los hechos fue desastrosa en primer lugar para los propios revolucionarios. Y aclaro de entrada que la familia de este cronista tuvo allegados en los dos bandos, y afectados por partida doble. Se trata de hacernos olvidar que el levantamiento se produjo contra la legalidad republicana, y que su pretexto fue el acceso legal de la derecha de Gil Robles a sólo tres carteras del Gobierno. El balance de poco más de dos semanas en Asturias y sobre todo en Oviedo, absolutamente desolador: casi mil quinientos muertos, dos tercios de ellos civiles, tres mil heridos y mutilados, 35 religiosos asesinados; un millar de edificios, templos y comercios saqueados, destruidos 70 puentes, 25 fábricas, calles enteras en ruinas, incendios, derribos, miles de personas sin empleo y sin hogar. Voladura de la Universidad y de la Cámara Santa catedralicia...
Episodios espeluznantes en la lucha urbana. Cinco mil milicianos detenidos, pero la mayoría de los dirigentes desaparecidos... Familiares en la incertidumbre y la pobreza. ¿Es todo esto y mucho más lo que se quiere recordar y ensalzar?... No es cuestión de ideología, sino de historia pura y dura.
El gobierno republicano elogiaba a los defensores: "Sentid el orgullo de haber contribuido con vuestro valor y vuestro esfuerzo a que la República se afiance y consolide"... Aquello fue además preludio y pretexto de la guerra civil que estallaría año y medio después.