La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Punto kilométrico 23,57

Noticia prodigiosa de un viaje por Galicia

Dice Gonzalo Barrena que Galicia es la única región europea en la que no hay frontera entre lo lógico y lo mágico. Si aprendes a moverte por el país, sin preguntarte en qué lado de esa frontera inexistente te encuentras, disfrutarás de los prodigios insospechados que te aguardan más allá de los confines del Eo.

Álvaro Cunqueiro, que pasó a los anales de la literatura como fabulador, fue en realidad un meticuloso historiador. Casi un notario, un cronista fehaciente de lo que en esas tierras acontece. Los más avanzados psiquiatras defienden ahora que la locura no es otra cosa que una forma diferente de pasar por la vida. Eso ya lo sabían en Galicia desde siempre. O que las dimensiones de la vida y la muerte, de lo más pagano y lo más sagrado, chatean juntos vinos y conversaciones. Esas aparentes percepciones antagónicas -o lo uno o lo otro- que mandan en las lógicas tecnológicas contemporáneas no tienen cabida en Galicia. O los viajeros entienden eso o no entenderán nada.

Hace un tiempo un telediario de la televisión gallega anunciaba la celebración en Santiago del primer congreso de la asociación de abducidos de Compostela. Entrevistaban al joven presidente de la asociación que hacía un llamamiento para que los abducidos reconocieran su experiencia, salieran del armario, y la contaran en el congreso. Al parecer, y según relató, hay muchos más casos de los que se cree y apuntaba un dato revelador que, a mí, acabó por convencerme: en el gobierno hay tres consejeros que han sido abducidos por los extraterrestres. No dio nombres, pero yo me lo creo. Para finalizar la entrevista apuntó que el evento tendría lugar en la "cidade da cultura", conjunto arquitectónico muy del gusto de los extraterrestres.

Viajando entre la Mariña lucense y las Tierras de Miranda encontré este verano una inquietante señalización de kilometraje. En la carretera 161 de la Diputación de Lugo hay un indicador con el punto kilométrico 23,57. Paré el coche y exploré con la mirada el entorno en busca de algún vestigio que me diera una explicación justificada del porqué de aquella exactitud métrica del kilómetro 23,57. Ese y no otro. Ese exactamente. El 23,57.

El lugar se encuentra en la travesía urbana de Ferreira do Valodouro y no tiene, en apariencia, ningún mérito. Que no lo tenga en apariencia no quiere decir nada. En Galicia la apariencia no es casi nunca lo que aparenta, ni lo que parece aparentar. Insisto en esa idea tan gallega de tener ensamblados los universos de lo lógico y lo mágico hasta tal punto que, en algunos lugares, se han convertido en una aleación única.

Bruce Chatwin explica en "Los trazos de la canción" que los aborígenes australianos señalaban con el dedo, indicando hacia el horizonte, la situación exacta de los lugares mágicos del territorio, trazados o puntos, por los que discurría el alma de sus antepasados y que no debían ser ocupados o modificados por los mortales. El respeto por el pasado se manifestaba no alterando los caminos imaginarios por los que había transcurrido su canción y dejando que fuera la poesía la mano alzada que ordenase el territorio.

En "Topofilia", del geógrafo chino Yi-Fu Tuan, se da cuenta de los viajes que entre 1702 y 1711 realizó por los Alpes el explorador Johann Jacob Scheuchzer, geólogo y botánico, que al mismo tiempo que hacía exactas mediciones barométricas sobre las alturas y los movimientos del hielo en los glaciares, elaboró un catálogo razonado de los dragones que existían en Suiza y su distribución por cantones. Entonces, como ahora en Galicia, nadie se escandalizaba de que la ciencia y la magia anduvieran juntas por las mismas corredorias.

La cabalística hebrea, y sus medidas reglas hermenéuticas, no me ayudaron tampoco a interpretar el significado del mensaje oculto que encierra el exacto punto kilométrico 23,57. Sin embargo, sí me sirvieron, al menos, como refrendo pues todo indicaba que había pasado al otro lado y las cartografías mentales que utilizan las coordenadas cartesianas de este se habían vuelto inútiles.

Les cuento todo esto por compartir la curiosidad más que por desentrañar un misterio del que desconozco su resolución. Voy a llamar a la asociación gallega de abducidos a ver si me dan una explicación. Puede que algún extraterrestre se haya infiltrado en el departamento de carreteras de la Diputación y las esté señalizando para ellos y no para nos.

O quizá me ponga a releer "Merlín y familia" de Cunqueiro pues es en estas Tierras de Miranda, en la selva de Esmelle, donde el célebre historiador sitúa la residencia del mago durante su estancia en Galicia. Quizá el enigmático indicador sea una baliza perdida del portentoso camino de Quita-y-pon que el mago utilizó para viajar de Bretaña a Mondoñedo. Si encuentro alguna explicación volveré a estas páginas para compartir el resultado, pero no me esperen despiertos.

Compartir el artículo

stats