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Xuan Xosé Sánchez Vicente

¿Existe la Administración asturiana?

Cualquiera que esté mínimamente atento a las noticias del ámbito educativo habrá advertido que no existe actuación de la Consejería de Educación relativa a la contratación o movimiento de personal que no acumule errores sin cuento: las nóminas de admitidos y excluidos a oposiciones, los resultados de las mismas, los baremos para la ordenación de los interinos, los concursos de traslados, las adjudicaciones de plaza, etc. Tal parece como si Educación tuviere el delicado empeño de suministrar continuamente titulares negativos a los medios de comunicación o como si gobernase una realidad tan compleja que presentase algo así como un desorden cuántico, imposible de predecir.

No es Educación la única consejería presidida por el desgobierno. En Sanidad ocurre otro tanto de lo mismo cuando se abren concursos de traslados o con los ERA, y lo mismo se puede decir de muchas de las consejerías que tienen que gestionar una cierta complejidad de variables. En otros casos no es tanto el descontrol lo que se evidencia, sino la incapacidad para resolver cuestiones más o menos simples: he puesto de manifiesto, por ejemplo, en estas páginas, cómo la consejería de Desarrollo Rural tarda más de tres meses en expedir una licencia, la del uso de fitosanitarios; trámite que, por el procedimiento adecuado, podría solventarse en no más de quince días.

Se entiende que no haya recursos para inversiones o para nuevas dotaciones, pero es inaceptable que la Administración sea incapaz de gestionar aquello que constituye su esencia y lo más elemental de su finalidad: la resolución del trabajo administrativo, la tramitación de los expedientes sin dilación y sin errores.

A ello deberían estar todos los partidos, más que al continuo ruido de su retórica partidista y habitualmente huera.

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