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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Votar y volver a votar

¿Y qué importa que haya que celebrar en España unas terceras, cuartas o hasta quintas elecciones? ¿Acaso no lo contempla la Constitución, esa carta legal que habrá que reformar, en numerosos aspectos, cuanto antes?

Nos podríamos pasar los españoles meses y meses votando y no llegaríamos a una mayoría suficientemente amplia para navegar, sin hundir el casco, en el océano proceloso de una legislatura plagada de monstruos marinos y de minas. Se ha ampliado tanto el espectro político de este país, con tantas opciones emergentes restándoles cuantiosos votos a los partidos tradicionales, que resulta impensable el regreso a la etapa frecuente del rodillo. Tal es la llamada de la calle: se acabaron las mayorías aplastantes. Hay que pactar. Y pactar es ceder. Finalizaron los tiempos de la imposición.

El problema de la clase política de este país es su dureza de entendederas, puesto que no ha percibido el mensaje nítido de la ciudadanía: es preciso negociar, tender puentes, entenderse y buscar soluciones globales en beneficio del común desde puntos de vista ideológicamente distintos. Converger desde la divergencia.

De manera que se levantará el telón en diciembre con idénticos -o muy parecidos- muebles sobre escenario. Y esa tragicomedia, ya cansa.

Dice Rajoy que el mayor daño que se puede hacer al país en este momento es repetir otra vez las elecciones. Aunque seguramente lo más dañino para la imagen de España es la evidencia de que los políticos son incapaces de ponerse de acuerdo ni siquiera en momentos de zozobra institucional.

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