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El cambio y lo de siempre

Pedro Sánchez hace llamamientos a las fuerzas del cambio y Messi tiene preocupantes problemas en el pubis. Lo primero, aunque menos trascendente, tiene miga. Las palabras se gastan con el tiempo, y la palabra cambio fue el motor de un histórico triunfo socialista que atrajo diez millones de votos in illo tempore. Ahora el PSOE se conforma con compartir el cambio, pero no hay química entre los posibles componentes de esa iniciativa tan ambiciosa. Convertir en narrativa interesante el desencuentro de unos líderes que tropiezan con la gramática cuando hablan tiene poco sentido: su incompetencia aburre. Pero lo de Messi nos salva del tedio. Todos fuimos él cuando tuvo problemas con el fisco- todos nos zambullimos en el Mediterráneo, solidarios con los astros del deporte, que pasan de política porque eso es para la gente común. Ellos se despreocupan; si se les olvida que Hacienda somos todos, no les faltarán gritos de ánimo a las puertas del juzgado. Eso, por cierto, no va a cambiar. Lo que podrían hacer las fuerzas del cambio, cuando sepan quiénes son, es revisar el ocio del pueblo, su gestión y sus precios. Es de suponer que las fuerzas del cambio quieren cambiar muchas cosas- la Constitución está la pobre que no respira, no hay partidario del cambio que no le quiera meter un tijeretazo de entrada y luego ya se verá: el cambio es tan impetuoso que no hay acuerdo entre las fuerzas del cambio respecto a qué sietes meterle a la Carta Magna, pero voluntad sí ponen. Lo que pasa es que, en medio de la reflexión, cuando ya están a punto de reformar algo, zas, se fastidió. Hay partido. Y el balompié es como aquellos programas en casa de Bertín Osborne, pero con mucho mayor recorrido: hay que dejarse ver. Y así, entre declaraciones de cambio, nos quedamos sin algunas respuestas. Las listas electorales ¿quien las hace? La mediocridad desoladora ¿es impedimento para figurar en ellas? ¿Sirven esas listas para remendar así, por lo hispánicamente chapucero, favores de orden interno? El autoritarismo y el afán de medro ¿no existen? ¿Todos los candidatos son buenísimos? ¿Qué libros leen y han leído, qué exámenes han aprobado? ¿Nadie en la izquierda se ha planteado en serio como es posible haberse pegado un batacazo como el obtenido recientemente? Querer revisar el desmadre del futbol y la impunidad de quien paga tarde lo que no puede pagar, ¿será de derechas? Nos podrían hacer un favor los defensores del cambio- y los otros también: ser categóricamente pesimistas. Solo eso. Decir que vamos fatal y que es altamente probable que, con políticos tan mediocres, vayamos peor. O te tiñes de rubio platino, o estás en la plebe. País.

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