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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

La aventura del capitán

"¿Qué es una aventura sin capitán?", se interrogó Javier Fernández, presidente del Principado, durante su discurso de la entrega de las Medallas de la región. El capitán al que se refería era el galardonado con la máxima distinción: José Manuel Vaquero, mi capitán, quien al recoger el premio quiso extenderlo a todos los que le acompañaron en tres décadas de singladura: al alto mando, a los oficiales y suboficiales y a la joven marinería.

Vaquero vino a buscarnos y nos hizo a muchos de nosotros pescadores de noticias, en una suerte de sacerdocio del que se han beneficiado los lectores asturianos y que han sobrellevado con acatamiento nuestras resignadas familias. Echó sus redes sobre nosotros, nos secuestró para la causa del periodismo de excelencia y nosotros, lejos de denostar el cautiverio, le devolvimos lealtad, compromiso con la verdad e incluso afecto. Consiguió de su equipo una suerte de síndrome de Estocolmo inexplicable de puertas afuera, pero integrador de puertas adentro, pues sabíamos que cada día comenzaba la aventura de construir un edificio de papel que era a la vez escuela y academia.

Ver al Vaquero impertérrito, al hombre discreto, al periodista indomable, al gestor severo emocionarse sobre el estrado me trajo a la memoria el sentido poema que Walt Whitman dedicó a Lincoln: "Oh, capitán, mi capitán". Como en el verso de Whitman, "el barco ha enfrentado cada tormenta; el premio que buscamos fue ganado". En realidad, ni Vaquero ni por extensión LA NUEVA ESPAÑA buscaban este premio, el más relevante de la región; ni ningún otro galardón ni entorchado, ni reconocimiento. No somos noticia, ni paladines, ni mártires. No nos corresponde otra distinción que la fidelidad de nuestros lectores. Ni siquiera en el día de la noticia del periodista que se convirtió en noticia.

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