La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Omran de Alepo

La necesidad de acabar con la tendencia que tienen los occidentales de mirar para otro lado ante los problemas

La noticia saltó a las agencias de información y a los canales de internet, haciéndose viral de inmediato. Tras un bombardeo en Alepo, aparece un niño bajo las ruinas de su casa, Omran Daqnees, de 5 años, ensangrentado e inexpresivo, sus emociones se han perdido, no está asustado, está ausente, quizás se pregunte ¿qué locura es ésta?, ¿por qué me han roto el juguete de cartón que me hizo mi padre?, ¿dónde están mis padres? Todo esto se pregunta en silencio, sin pronunciar una sola palabra, junto a una hermana algo mayor, también ensangrentada, un hermano de 10 años no superó las heridas.

No hace muchos meses, otro niño, Aylan Kurdi, muerto en un naufragio, apareció en una playa, como dormido. Ambas noticias, entre las muchas que están surgiendo día a día, conmueven por unos momentos nuestras débiles conciencias, pero en el fondo todo ello nos queda lejos, aunque lo tengamos a un par de horas de aquí. Con frecuencia vemos a estos pueblos, que han sido la cuna de la civilización, además de ser de nuestra misma raza, como tercermundistas. Sin duda alguna los occidentales somos unos tremendos "ignorantes ilustrados", salimos de la miseria y las cartillas de racionamiento hace cuatro días, tras la posguerra, y de pronto hemos empezado a presumir de primera potencia industrial y, por supuesto, de "nuevos ricos", lo que nos ha permitido "rumbar" por el mundo como si tuviésemos pozos de petróleo. Hace unos años un conocido industrial me decía que hacia adelante se iba bien, pero se retrocedía muy mal. Nosotros del arado romano al tractor cambiamos placenteramente; ahora, pensar en volver al arado romano nos supone una tragedia.

Maldonado, en los años sesenta, me decía en París que España había tenido muy pocas épocas de democracia porque no éramos demócratas. Somos un pueblo pasional, miramos la política con la misma pasión que defendemos los colores del equipo, por bien que juegue el contrario. El que vale es el mío, por ello somos incapaces de conseguir un consenso para el Gobierno y preferimos que pase el tiempo "derrochando" los caudales públicos sin tener en cuenta las posibles consecuencias, porque, señores, hay que pensar que aquí tenemos una cantidad de ciudadanos que viven de las pensiones, de las prejubilaciones y, por supuesto, de las subvenciones, pero, yo me pregunto: ¿hasta cuándo? ¿De verdad creemos que Europa, quien ahora quiere dar 14 céntimos por cada litro de leche que se deje de producir, habiendo dado ya para los "jardineros rurales" subvenciones a cambio de que no se cultivasen los campos, esta Europa nos va a mantener? Deberíamos mirar más en nuestro entorno y "abrir los ojos", título que Juan José Millás daba a uno de sus artículos recientes, en donde hablaba de lo que decía el autor de "Despachos de guerra", Michael Herr, sobre el impacto emocional e intelectual que le producían las escenas de la guerra del Vietnam. "Somos responsables de lo que vemos," continuaba. ¿Y qué vemos a nuestro alrededor? Países con hambre, miseria y guerras, miles de niños que mueren apenas sin haber salido de la infancia. ¿Acaso pensamos que aquello que le ocurre a otro ser humano o a otro pueblo no nos puede ocurrir a nosotros?

Hace pocos años que viajando por Siria con mis hijos y unos amigos visitamos Alepo, tras haber estado en Palmira y en Homs, tres de los lugares que más han sido masacrados en estos últimos años. Nos había sorprendido este pueblo, que visitábamos de la mano de Abdul, un médico que con otros compañeros, como Abbas o Bahaya, entre otros, habían ejercido en Navelgas. Nos sorprendió en aquel viaje la pujanza de un pueblo emergente, con una juventud comprometida y que tomaban a España como ejemplo de desarrollo por su comercio y por el turismo.

Ahora, tras cinco años de guerra, todo son ruinas. Cuando vi la fotografía de Omran, con la vista perdida, tras un bombardeo en Alepo, saqué las fotografías de los niños de Alepo con mi hija en la puerta de la fortaleza y me pregunté si alguno de aquéllos serán los hermanos mayores o los padres de Omran o familia de Aylan; claro que una vez superado el impacto, lo mejor es volver a la realidad y mirar para otro lado olvidándonos de la frase de Herr: "Somos responsables de lo que vemos", y si no lo vemos hoy, pasada la fiesta, seremos responsables de lo que veamos mañana.

Compartir el artículo

stats