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Cien líneas

Horror

Hoy se cumplen 80 años de un suceso especialmente trágico y terrible. Uno de los aviones que de forma sistemática bombardeaba Oviedo lanzó un artefacto sobre la casa del Chorín, esquina Caveda y Foncalada, matando a 120 personas que allí se refugiaban. Espero que el tripartito acuda esta mañana puntual al lugar, deposite una corona de flores y asista a las explicaciones de algún reputado especialista. La Ley de Memoria Histórica exige, siquiera moralmente, ese gesto de las autoridades municipales.

En el salvaje bombardeo de Gernika murieron, según el historiador Salas Larrazábal, 126 personas y los catedráticos Vicente del Palacio y José Ángel Etxaniz, que pertenecen a la asociación Gernikazarra, han identificado inequívocamente a 122 víctimas. Valga esta comparativa para hacernos una idea no ya humana, que es evidente, sino del alcance histórico de lo ocurrido en el edificio del Chorín. A Oviedo, evidentemente, le falta un Piccaso.

Ya puestos, conviene recordar que durante los tres meses del sitio de la capital asturiana murieron 2.000 civiles, escondidos en sótanos como el del Chorín, y casi sin alimentos y agua, sobre una población de apenas 40.000 habitantes. Y en el transcurso del año largo del asedio cayeron sobre la ciudad 12.000 proyectiles de artillería y 10.000 bombas de aviación. De las cerca de 5.000 edificaciones de la urbe 1.120 sencillamente desaparecieron y unas 3.000 quedaron arruinadas. Como Berlín en 1945, peor que Sarajevo en 1995.

Fuimos ese horror. Por eso es temible el guerracivilismo rampante.

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