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Alberto Menéndez

País Vasco y Galicia

A la espera de que algo se mueva en la política española tras las autonómicas del próximo día 25

No hay quien los mueva. Los políticos españoles siguen en sus trece y así es imposible que se pueda llegar a algún tipo de acuerdo que facilite la gobernabilidad del país. Da igual que las encuestas certifiquen que un altísimo porcentaje de los ciudadanos son contrarios a unas nuevas elecciones. Eso ya lo saben de sobra los dirigentes de los diversos partidos. Pero les da igual. Lo importante son los intereses de cada uno de ellos, no los de la colectividad. Todo son cálculos electoralistas. Y llevan así nueve meses. Y como si nada.

Habrá que esperar a los resultados de las elecciones vascas y gallegas del próximo día 25 para ver si éstos pueden hacer recapacitar a algunos de los partidos y se producen cambios de estrategia. De no ser así, el 18 de diciembre tocará ir de nuevo a las urnas, por tercera vez en un año y sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza. Y por lo que parece, con las mismas caras de los dos comicios anteriores, con los mismos protagonistas que han fracasado estrepitosamente y que hace ya tiempo que deberían haber presentado su dimisión.

Los sondeos vaticinan un gran batacazo electoral de los socialistas en Galicia y el País Vasco. Pero seguro que en la dirección federal del PSOE nadie se dará por aludido. Lógico, si Pedro Sánchez continúa al frente de la organización tras los descalabros de las generales de diciembre y junio (sin parangón desde el restablecimiento de la democracia) ¡cómo va a pensar en dimitir tras el posible hundimiento en dos comicios sólo de carácter autonómico!

La llave de la gobernabilidad de España la tienen los socialistas. Quien manda en el PSOE es Pedro Sánchez. Al menos, hasta ahora. Los barones regionales le han dejado hacer. No se han atrevido a tomar la iniciativa para menoscabar su poder. Pero el tiempo se les acaba. Está claro que Sánchez está instalado en el no. El PSOE, pase lo que pase, ya está roto. Sólo falta saber si tras el 25-S hay o no algún dirigente socialista que esté dispuesto a plantar cara al secretario general.

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