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Alberto Menéndez

Ganarse a la afición

No parece que la afición del Oviedo esté inquieta o excitada. Dice el entrenador azul, Fernando Hierro, "que ve mucha ansiedad y exigencia del entorno", es decir, de los seguidores oviedistas. Si ésa es su percepción de lo que sucedió el pasado domingo en el Carlos Tartiere está bien que lo diga, pero, probablemente, a medida que vaya conociendo mejor los entresijos del club y de la propia ciudad, se percatará de que sí, de que los aficionados del Oviedo son exigentes, pero no sin ton ni son. Que, hasta ahora, en los cuatro primeros partidos de Liga y en el de la Copa, el equipo no los haya ilusionado no quiere decir que no sean conscientes de que hay dar tiempo al entrenador para que consiga poner en práctica sus ideas.

El final de la temporada anterior aún está pasando factura. Los graves errores cometidos por todos los estamentos del club acabaron con las ilusiones de la hinchada. Y el ánimo perdido no es fácil de recuperar. Lo que se notó el domingo en las gradas del Tartiere fue, ante todo, indiferencia, apatía. Quien más ganas tiene de olvidarse del pasado reciente, de volver a vibrar con el equipo, es la afición. Pero la solución no está en sus manos, sino en la de quienes saltan al terreno de juego cada fin de semana para, aleccionados por el entrenador, intentar ganar los partidos. Son éstos los que deben calentar los ánimos, ilusionar a sus incondicionales. Por supuesto que con buen juego, pero en ocasiones hasta basta con ponerle ganas, con hacer todo lo que está en sus botas para intentar lograr la victoria.

Sí, el Carlos Tartiere es un campo exigente (en general, no en los dos primeros partidos de la actual temporada). Pero eso no debería preocuparle a un deportista como Fernando Hierro. ¿O no es exigente, salvando las distancias, por supuesto, el Santiago Bernabéu, en donde destacó como defensa años y años el ahora entrenador del Oviedo? Claro que no es lo mismo ser jugador que técnico, pero aguantar la presión la aguanta tanto uno como otro. Ahora, eso sí, la experiencia de ser capitán de un equipo tan grande como el Real Madrid hay muy pocos entrenadores que la tengan.

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