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Alberto Menéndez

El papel del pacificador

Está Javier Fernández en las últimas semanas como distante, como alejado de lo que se cuece en el PSOE, si es que realmente se cuece algo (a lo mejor todo lo que aparentemente se mueve en este partido son meros fuegos políticos artificiales). Es como si el líder de los socialistas asturianos estuviera esperando tiempos mejores para hacerse ver y oír, tal si creyera que aún no ha llegado el momento clave para evitar la celebración de unas terceras elecciones. ¿O no? O es que el presidente del Principado da por perdida la batalla ante la falta de cintura política no sólo del secretario de su organización, Pedro Sánchez, sino también de los máximos responsables nacionales del PP, Podemos y Ciudadanos.

Extraña esa actitud pasiva de Javier Fernández sobre todo si se compara con el protagonismo que adquirió hace nueve meses, después de los comicios del 20-D, cuando en una reunión del comité federal del PSOE defendió, tras el fracaso del partido en las urnas, la celebración de un congreso extraordinario, un cónclave con el que intentar poner freno a la decadencia de la organización. Fue un fogonazo derivado del enfado por el frustrante resultado electoral (el peor desde la instauración de la democracia, aunque en junio aún fue más malo), un chispazo que no tuvo continuidad. Tanto Fernández como otros barones regionales del partido abandonaron la idea de proceder a la sustitución de Sánchez ante la hipótesis de la convocatoria de unas segundas elecciones. Y así permanecen a la espera de unas terceras.

El Partido Socialista continúa ahora tan roto como en enero y hay dirigentes autonómicos que, abiertamente, no ocultan sus diferencias con el secretario general, aunque es cierto que prevalecen las censuras de carácter más velado. Sin embargo, Javier Fernández ha desaparecido de la primera línea pública crítica con Sánchez. El número uno del socialismo asturiano teme desde hace tiempo que el PSOE pueda acabar rompiéndose en dos. ¿Puede estar este miedo detrás de su estrategia? El posible cisma no es descartable. En todo caso, en algún momento alguien tendrá que procurar tender puentes entre los dos sectores enfrentados. ¿Podría ser Javier Fernández uno de estos pacificadores?

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